Un reloj parado siempre termina por dar la hora bien: dos veces al día. Así es como a Mariano Rajoy le encajan las piezas. Tras el chantaje de Cifuentes a su propio partido y la revelación de Cristóbal Montoro como el mejor abogado de Puigdemont -nadie como Hacienda para negar la malversación de fondos públicos-, el cheque en blanco que le entregó al PNV llega en forma de desbloqueo a los Presupuestos de 2018. El PNV debía detener la marcha del único partido que se ha opuesto al cuponazo, Ciudadanos es su enemigo, así le da dos años más de legislatura a Rajoy e Íñigo Urkullu se sitúa en la mejor posición para seguir haciendo política: el último final de ETA será un paso más para aflojar la política penitenciaria, con lo que podrá presentar en el País Vasco algo más que dinero, y seguirá en la negociación para formar un Govern antes de mayo. Las piezas de Rajoy van encajando, a pesar de Cifuentes, de Montoro, de los jueces alemanes y del propio Llarena. El líder del PNV Andoni Ortuza responde que no le ha dado un cheque en blanco al PP; no hace falta que lo aclare. Ha sido al revés, tienen dinero para ponerle un techado de tejas rojas al Guggenheim. La campana ha vuelto a sonar, la hora coincide con la que marcan las agujas del reloj que nunca se mueve, aquí no hay elecciones hasta 2020, Rajoy suspira. Vaya tropa, Mariano.

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