La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La cara de Rajoy...

¿Quién necesita abuela si tiene palmeros que comparan su gestión económica con la llegada del hombre a la Luna?

Para borrar de la memoria colectiva de los españoles los problemas de economía y finanzas (del PP) a los que se dijo tan ajeno como testigo del caso Gürtel, Mariano Rajoy echó mano -¡un día después!- de las finanzas y la economía (de España) que constituyen su principal ocupación como presidente del Gobierno. En su balance político prevacacional demostró que no tiene abuela. ¿Y quién necesita abuela teniendo palmeros que, vídeo mediante, comparan la modesta recuperación económica debida a tu gestión con la llegada del hombre a la Luna o la caída del muro de Berlín? Aquí no se recuerda una propaganda tan ridícula desde que Alejandro Rojas-Marcos encaró unas elecciones a alcalde de Sevilla con un teatrillo en el que se ponía a sí mismo a la altura del emperador Trajano.

Con todo, tiene motivos Rajoy para sentirse contento, la verdad. Lograda al fin la investidura, por la que nadie daba un euro, y asegurada la estabilidad para por lo menos medio mandato, su apuesta unidimensional está empezando a salirle bien. La economía española crece a un ritmo sostenido y muy superior a los países de nuestro entorno, va camino de convertirse, junto a la alemana, en locomotora de la Unión Europea y el Producto Interior Bruto ha vuelto a su nivel anterior a la crisis.

Esto se traduce en la mayor caída del paro en un segundo trimestre (abril a junio) desde hace medio siglo, lo que, en cifras contundentes, significa bajar en 340.000 el número de desempleados. No olviden que el desempleo es el problema más grave según percibe la sociedad española y, en consecuencia, el que mejor mide el grado de insatisfacción de la gente. A más trabajo y más alegría en los bolsillos, mayor tendencia a votar a los que gobiernan. Eso piensa Rajoy, y no le falta tazón.

El presidente no le concede mucha importancia a las sombras que acompañan al nuevo milagro español cuya paternidad se atribuye. Por ejemplo, a la precariedad y temporalidad del empleo que se está creando, a la caída de las rentas salariales, al aumento de la desigualdad o a la dependencia de un sector, el turismo, inequívocamente beneficiado desde hace años por crisis diversas de los competidores (Croacia, Libia, Egipto, Turquía...) y, por tanto, de sostenimiento imprevisible.

Pero insisto: a alguien que todo lo ha fiado a la economía le debe parecer de perlas la situación. Es la cara de Rajoy. La cruz, que es la corrupción, queda para mañana.

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