La corrupción está acabando justamente con importantes carreras políticas, pero también peligran las de algunos personajes con incontinencia verbal, que participan desmedidamente en las redes sociales sin poner límite a la privacidad propia y a la de su círculo familiar o profesional, que se han convertido en dependientes del ipad o el smartphone o que no preparan suficientemente sus intervenciones públicas. Algunos de los políticos que hoy sufren prisión preventiva, han caído por utilizar imprudentemente el móvil pensando que inmunidad significa impunidad. Otros han sido imprudentes con los mensajes enviados a personas que creían decentes y no lo eran tanto, y los hay cuya torpeza solo conocían los más cercanos… hasta que ocuparon un cargo público. Pertenece a este último grupo un Rodríguez Zapatero que ha vuelto a meter la pata diciendo que Susana Díaz sufre el rechazo de los socialistas catalanes porque es mujer y andaluza, desafortunada frase que hace mucho más daño a la candidata que al propio ex presidente de gobierno -hay apoyos que es preferible no tener-, o un Pablo Echenique cuyas apreciaciones sobre las elecciones francesas, que han demostrado que está más bien verde en lo que se refiere a la política gala, están provocando la carcajada generalizada en las redes sociales, que es precisamente el método que mejor utilizan los suyos para difundir sus mensajes y convocar a sus manifestaciones anti algo. Por la boca muere el pez, pero también por los sms y los tuits. Mariano Rajoy aún anda penando por el "Luis sé fuerte" que envió a quien consideraba un amigo de conducta intachable, Luis Bárcenas, y que no solo se ha convertido en el nombre símbolo de la corrupción sino que es la persona que más daño ha hecho al PP. Y Rafael Catalá está en cuestión ahora porque, en noviembre, envió un sms a Ignacio González en el que le decía "Ojalá se cierren pronto los líos". Nunca lo hubiera hecho el ministro de Justicia, hoy se ha convertido en el nuevo hombre a abatir; sus adversarios quieren ver en esa frase algo así como una prueba de que, desde el ministerio, pretendía ayudar al amigo metido en problemas. El mensaje era respuesta al que le había enviado González el día que le confirmaron como ministro de Justicia, y Catalá, además de darle las gracias, se refería a todos los líos políticos a los que se enfrentaba el nuevo gobierno. Pero una frase a un personaje hoy en el ojo del huracán, y en prisión preventiva, es utilizada a conveniencia por quienes pretenden presentar a todo el PP, a todos sus dirigentes, a todos sus cargos y casi a todos los militantes, como hombres y mujeres corruptos y nada fiables. Tengamos la fiesta en paz. Bastantecorrupción estamos sufriendo los españoles como para que nos planteen dudas sobre personajes aparentemente limpios de polvo y paja.

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