Campo chico

Alberto Pérez / De Vargas / Alpedeva@ Bio.ucm.es

De los bienes culturales

He hablado estos días con gente interesada en los bienes de naturaleza cultural y he notado un considerable dinamismo. Hay, sin embargo, no pocas motivaciones políticas, las iniciativas culturales requieren, si se institucionalizan, una organización y es ahí donde los agentes de la política intervienen. En Algeciras hay ya dos ateneos, aunque la verdad es que entre ambos mueven menos adhesiones de las deseables y que el segundo lo es más de nombre que de definición. El primero de ellos que es el que puede ser considerado como tal, arrancó hace ya unos cuantos años sin más afán que promover actos de difusión del conocimiento y del arte, que es lo propio y natural. Creo recordar que ha tenido tres presidentes, de los dos primeros, por cierto, nunca más se supo. Es curioso, a uno se le antoja que alguien que ha participado tan activamente en algo así y que ha llegado a merecer tal puesto, debiera permanecer, aunque fuera en un destino de menor relevancia, ligado a actividades del mismo género. Los actuales mantenedores sostienen dignamente el pulso de la institución en una sociedad que como la algecireña es poco sensible a las actuaciones artísticas y culturales de calidad. No obstante, esta situación no es muy distinta de la que se da en otros lugares. Incluso en las grandes ciudades donde las dotaciones universitarias y similares son cuantiosas y se cuenta con personalidades de mucho saber, es difícil alcanzar una razonable entrada de público en las convocatorias abiertas. Tengo una regular experiencia tanto como espectador, organizador e incluso como conferenciante o participante. No es frecuente alcanzar el lleno ni siquiera recurriendo a salas pequeñas en donde la sensación de buena concurrencia se da con poca gente. Los actos culturales de calidad contrastable y los personajes verdaderamente importantes llaman a pocos espectadores. Conviene que se comprenda, eso sí, que los bienes culturales no tienen signos de identidad política, adjetivar con un adhesivo político ya es una señal de que ahí se practica una cultura de vía estrecha. El Ateneo "José Román" de Algeciras que adoptó el nombre, no siempre aludido, del pintoresco y polifacético artista algecireño cuyo legado permanece inexhibido, debe prestar atención y guardarse de los depredadores que acechan con fines políticos esperando su oportunidad para ahorrarse trabajo y trepar en otros ámbitos y a favor de corrientes ajenas a la creación y al conocimiento. La política es como disciplina un magnífico objeto de estudio, pero politiquear con la cultura es tarea de espíritus de medio pelo que deben ser relegados a ámbitos en los que la mediocridad, que es lo suyo, impere y los sostenga.

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