Lo que arde

Si estamos a menos de tres horas de toda Europa, ¿por qué no llegan los aviones cargados de agua a los incendios?

Qué arde con lo que arde? Digo cuando es en Galicia, ahora en Portugal, en todas partes. Me apresuro a decirlo, arde nuestra incapacidad para hacer las cosas como es debido. Digo que si estamos a menos de tres horas de Londres, y de Roma, y de París, y de Berlín, si estamos a menos de tres horas de todas partes en esta vieja Europa que renquea pero sigue unida, ¿por qué no en menos de tres horas llegan los aviones cargados de agua a los focos de los incendios? Cincuenta, digo. O cien. Aviones. De todas partes. Porque están todos para la Europa que se reúne para fijar los tipos de interés o algunas directivas sobre la estiba y los asuntos agrícolas. Pues no están. Y en el Congreso del PSOE nadie ha dicho, que yo sepa, que eso sería una propuesta inmediata para la próxima reunión de los dirigentes europeos, que se van a coordinar todos los servicios europeos para que no haya esta cantidad de muertos de Portugal nunca más. Ni en sitio alguno. No están. Están para llenarnos ahora la vida de una plurinacionalidad de oro alemán que, además, no lo es puesto que no socava la soberanía nacional, ni la unidad de España, según estos nuevos doctrinarios. Tardá se encargará de decírselo a quien yo me sé, y Rufián hará los bodoques con su parsimonia venenosa. De aviones llenos de agua para que no muera ni un portugués ni se incendie un eucaliptal, nada.

Cuando visité la Selva Negra pude comprobar, también en esto, el buen hacer los alemanes. Había mucha vigilancia y un ejército de jóvenes limpiando los bosques, informando de cualquier anomalía. Vamos, no era mi amada Galicia llena de secos y amarillos helechos arborescentes en las cunetas de los caminos. Y luego lamentarse. Y ver, como por desgracia hicieron mis ojos, arder un monte durante todo un día y una noche. ¿Directivas para el mantenimiento en estado de revista de los parques naturales, los bosques, los montes? Es más importante la plurinacionalidad y la nación de naciones, esto que se habla en los Congresos para ser de izquierdas, que eso sí que da pedigrí y no reivindicar una España unida y soberana.

Ya queda menos para que Pedro Sánchez y sus 73.000 votos tengan razón o no. Dos años si no se lo ponen a Rajoy empinado y manda parar, como el comandante de marras. De nuevo a las urnas. Y que sea lo que Dios quiera si es verdad que, en ocasiones, las carga el Diablo. Como Cameron y May. Y algunos otros que fueron a por lana.

Portugal es ahora el fuego, lo que arde.

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