Imitando a algún chiste malo, tengo dos noticias para usted, una buena y otra mala. Si ha escogido comenzar por la mala, le diré que la gripe este año, en Australia que ya la han sufrido, ha provocado 160.000 personas contagiadas y 370 muertos. Ahora viene la buena: por fortuna, en Andalucía disponemos de vacunas suficientes y se ha comprobado que son efectivas para combatir la cepa de este año. Quizás se sienta algo sorprendido de mi ruego, ya que soy un firme defensor de el libre albedrío. Permítanme que les explique las razones de mi humilde petición.

Sé que a ustedes, mis inteligentes lectores, no hace falta explicarles lo que han supuesto las vacunas para la salud pública en el mundo. Enfermedades que fueron una funesta lacra, tan sólo hace unos años, quedaron erradicadas con la única molestia de soportar un pinchacito o tomar unas gotas diluidas en un terrón de azúcar. Se produce la paradoja de que mientras en nuestra civilización de la opulencia, algún descerebrado se permite dudar de su bondad, en el África subsahariana, una madre camina con su hijo a cuestas, durante muchas horas, para conseguir que lo vacunen, según me cuenta mi amigo Pascual de "Médicos sin frontera"

Hasta ahora se han contemplado las vacunas, como una protección personal, pero existe también una dimensión social que quizás no se conoce tanto. ¿Han oído hablar del "efecto rebaño"?. Es la protección de una determinada población ante una infección, debido a la presencia de un elevado porcentaje de individuos inmunes en la misma. Es decir, cuantos más individuos estén vacunados disminuye la probabilidad de contacto hasta que llega un momento en el que se bloquea la transmisión del agente infeccioso. De ahí la importancia de mantener unas coberturas elevadas, en toda la población. El hecho de vacunarse implica no solamente la protección individual, sino que mediante ella se está contribuyendo por solidaridad a la protección de toda la población, y especialmente a aquellos que, por uno u otro motivo, no han podido recibir la vacunación o no han conseguido una protección adecuada. Después de lo que le he contado, ya sabe lo que por su bien y el de los demás, debería hacer. Pida cita en el Centro de Salud y ahora que se acerca la Navidad, ¡Tengamos la fiesta en paz!.

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