Sevilla, ciudad de inocentadas

Las inocentadas a Sevilla no paran. Nos dieron una gran inocentada con el llamado estadio que nunca fue olímpico

Afortunadamente la costumbre de gastar inocentadas se está perdiendo. Y digo afortunadamente porque la mayoría de las veces tenían poca gracia y un tanto de mala uva. No obstante, nuestra ciudad es pasto de inocentadas y no de un solo día, concretamente la fecha de hoy, día de los Santos Inocentes, sino de años de duración. Las inocentadas a Sevilla no paran. Nos dieron una gran inocentada con el llamado estadio que nunca fue olímpico. Se llevó la mayor parte de una legislatura para nada. Una obra sin pies ni cabeza que ahí está, infrautilizado y costando mucho su mantenimiento.

Ninguna corporación ha tenido la exclusiva del despropósito y el camelo. Con las polémicas setas nos dieron otra inocentada que estaremos pagando durante años. Y no solo eso, sino que su alto coste impidió la realización de otros proyectos mucho más interesantes para la ciudad. A la pregunta de si me gustan o no las setas, siempre respondo que la cuestión no es esa, sino esta otra: ¿Si con el presupuesto de las setas se podría haber construido otra línea de metro, qué le parece mejor? Sin duda nos dieron la inocentada. Como también nos la dieron con la peatonalización, tan mal hecha que deja menos espacio al peatón que cuando estaba el tráfico. Antes los coches, al menos, iban por su sitio; ahora las bicicletas campan a sus anchas y los veladores se han adueñado del espacio público. No es que se pida la vuelta del tráfico ni resucitar aquello de Vivan las caenas.

Maniatado el ayuntamiento anterior por tan elevadas deudas, recurrió a poner veladores por todas partes, con un afán recaudatorio sin precedentes. Para pagar la inocentada previa huyó hacia adelante y nos obsequió con otra inocentada, tanto que la corporación actual no da abasto para controlarla. Aunque tampoco ésta queda libre de vender inocentadas y nos quiere conformar con prolongar unos centenares de metros un tranvía que poco resuelve, dejando de lado cuestiones tan importantes como el acceso a la ciudad desde el aeropuerto en transporte público.

Otra inocentada es que el museo de Bellas Artes lleve años esperando una ampliación, otra que el Arqueológico siga sin restaurar, que el de Artes y Costumbres Populares esté parcialmente cerrado, o que el Thyssen no encontrara acomodo en la ciudad. Y para colmo de inocentadas la entrega servil de la ciudad a un turismo de masas bullanguero y destructor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios