Opinión

José Luis Fernández Calderón

Salesianos

EL motivo de este escrito es en referencia a los escritos en este mismo periódico por el profesor Pérez de Vargas sobre la presencia de los Salesianos en nuestra ciudad y por el cronista taurino señor Laza, acerca de la influencia de don José Mª Márquez, Salesiano, en los comienzos del llorado matador de toros Miguel Mateo, Miguelín. En un magnífico libro escrito por el polifacético artista Emilio Herrera, actual presidente del Casino de la ciudad se inserta una fotografía donde aparecemos un numeroso grupo de alumnos del Colegio Salesiano de San Ramón entre los años 1942-1946 y a ellos me voy a referir.

Con respecto al artículo del profesor Pérez de Vargas, quisiera en estas modestas líneas ampliar los nombres y algunas de las cualidades que adornaban tanto a sacerdotes, coadjutores y profesores contratados en el colegio Salesianos y el acierto extraordinario que hubo en ello.

Desde el año 1934 en que los Salesianos se hicieron cargo de todas las parroquias de la ciudad, un reducido número de sacerdotes, coadjutores y "maestrillos", iniciaron al mismo tiempo sus actividades docentes en el colegio San Ramón. He de hacer especial referencia a los años 1942 y siguientes, en los que el grupo de alumnos a que anteriormente hemos hecho referencia, estuvimos cursando nuestros estudios. El director del colegio en esta época fue don Antonio Espinosa Sierra, hombre bondadoso y especialmente culto.

Don Eduardo Villar Reina fue jefe de estudios, persona muy disciplinada y de gran personalidad. Pasaron brevemente los sacerdotes don Guillermo Alemán y el padre Llanos Polanco. Especial mención merece el paso por nuestro colegio de don Jesús Borrego, insigne teólogo e historiador que ha desempeñado relevantes cargos en la cúpula Salesiana. Pero especialmente de todos los sacerdote don José Mª Márquez que natural de Aguilar de la Frontera, vino al colegio con veinticinco años, introdujo formas moderna de lo que podríamos llamar formación integral y era un gran deportista. Con su vitalidad hacía que los niños no saliéramos del colegio. Como coadjutor, con Ubaldo González del Corral (salmantino de fuente Guinaldo) al igual que don José Mª, hombre dinámico y activo al propio tiempo que daba sus clases en la primera (lo que actualmente se denomina primaria). Y don Melchor Pérez Marcel, profesor contratado y que daba clases en la tercera.

Independientemente de otras figuras muy importantes como por ejemplo la de don Miguel Gómez Medina (don Miguelito), párroco de San Isidro, director del instituto y gran persona; también los de nuestra generación recordamos a los venerables sacerdotes don Juan Bigatti (discípulo de don Bosco) y don José Marti, también don Manuel María, don Manuel Reverendo y otros muchos.

He de destacar tomando como referencia estas personas su trabajo su dedicación a la formación de alumnos que tuvimos el privilegio de pasar por sus aulas. A la admisión no tenían en cuenta para nada ni clases sociales ni procedencia sino actitudes de respeto y buenas formas. De ahí que nuestra generación esté formada por personas que han elegido diferentes caminos pero siempre con el orgullo de haber sido alumnos Salesianos.

En la referencia que hago de los años 1942 y posteriores el colegio tenía cuatro clases, que luego se ampliarían a cinco. La clase primera la llevaba don Ubaldo, al que recordamos con cariño todos los que fuimos sus alumnos. Era un incansable educador que completaba sus enseñanzas que hoy serían de primaria con actividades de todo tipo que nos hacían estar prácticamente todo el día en el colegio.

Los que pensábamos estudiar bachillerato pasábamos de la clase primera a la tercera. Para esta clase además de los salesianos contrataron a profesores externos que luego supimos eran prisioneros que se encontraban en un campo de concentración situado en Era de las torres. De ellos destacaban dos: don Melchor Pérez Marcel y don Pablo Mayayo, el primero fue adscrito a la clase tercera y don Pablo a la clase segunda. En lo que respecta a la clase tercera fuimos preparados por don Melchor para el ingreso en el instituto, por cierto, con un alto índice de aprobados. El señor Pérez Marcel era una persona cultísima y sus conocimientos nos hacían que sus clases fueran amenas e incluso divertidas. Tocaba muy bien el piano.

En el año 1943 fallece don Andrés Yun Encinas que además de párroco de la iglesia de la Palma era director del colegio. A partir de entonces los de nuestra generación conocimos y tratamos a don Antonio Espinosa Sierra, director, don Eduardo Billar Reina -jefe de estudio- y el inolvidable don José María Márquez que con su juventud -tendría sobre 25 años- y su entrega, nos encandiló a todos. Quiero hacer una pequeña referencia al interés que mostró en una de las ferias que por María Auxiliadora montaba el colegio al darle la posibilidad al querido maestro Miguel Mateo Miguelín de que toreara unas vaquillas en el patio del colegio. Por cierto tanto quería don José María a Algeciras -era natural de Aguilar de la Frontera, Córdoba- que cuando algunos años lo destinaron a La Línea, hasta que no volvió a Algeciras donde está enterrado, no fue completamente feliz.

Para no hacer este escrito, ya de por sí extenso, más largo, voy a hacer mención muy breve a algunas personas, porque sé que a mis compañeros les va a hacer felices que las recordemos ya que tanto influyeron en nuestra formación y por tanto en nuestra vida futura.

Don Miguel Gómez Medina (don Miguelito) fue director del colegio, del instituto de enseñanza media, párroco de San Isidro y fundamental en la constitución de la cofradía del Cristo de Medinaceli de la que fue consiliario (magnífico sacerdote y persona).

Don Jesús Borrego, que fue "maestrillo" y que en la actualidad y gracias a Dios vive, ha desempeñado numerosos y altos cargos en la cúpula salesiana. Don Jesús está destinado en la actualidad en el colegio de Morón de la Frontera.

Nosotros, recordamos con mucho cariño las figuras venerables de don Juan Bigatti, que fue discípulo de Don Bosco. De don José Marti y el paso muy breve de don Guillermo -alemán- y don José María Llanos -polaco-.

Todos los mencionados y otros muchos más que harían interminable este escrito ejercieron en la sociedad algecireña una gran influencia positiva, porque siendo don Bosco un cura humilde sus hijos lo son y ejercen como tales.

Los antiguos alumnos que constituimos la vanguardia de la congregación nos sentimos muy ligados unos a otros por el hecho de ser salesianos.

Sirvan estas modestas líneas mal hilvanadas, como homenaje y recuerdo a todos ellos. Un abrazo.

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