Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Roma invadió Cartago

Que algunos defiendan que los colegios concertados no son privados me parece un asunto muy gracioso

Así dice Arcadi Espada cuando en cualquier debate las opiniones tapan la cruda realidad de los hechos. El just the facts de los anglosajones. El suelo factual del que habla el periodista catalán. Los hechos, eso tan raro del que solo se preocupan los científicos y los buenos periodistas. El resto del personal busca aquello que se acomoda con sus puntos de vista y lo da por bueno. Comprendo que los hechos son perturbadores muchas veces, si los miramos sin las gafas de los intereses ni la ideología pueden cambiar nuestros puntos de vista. La gente tiene una idea preconcebida y acomoda su visión de la realidad a lo que previamente ha decidido. Es el caso de quienes defienden que los colegios concertados no son privados. Asunto muy gracioso porque aquí debe operar el mayor prestigio de lo público sobre lo privado cuando tanta gente se empeña en decir que los centros privados no lo son porque reciben dinero público. Es como decir que San Rafael o Santa María del Puerto son públicos porque tienen un concierto sanitario. En el registro de la propiedad tienen señalados sus titulares que, en ningún caso, son de una administración. Los trabajadores reciben sus nóminas de un empresario, en el frontal de los centros aparecen los nombres de la propiedad (en un 99% una orden religiosa), estos propietarios reclaman a los padres por distintas actividades todo tipo de extras y, como toda empresa privada, hace publicidad de sus servicios. Eso sí, el Estado paga para la enseñanza de los alumnos conforme a los criterios establecidos en el concierto.

Otra falacia contrafactual: la Constitución establece que los padres puede elegir centro educativo. Se repite hasta la saciedad. Hechos: artículo 27.3. "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". En ningún sitio dice que se puede elegir centro. Basta, como ocurre ahora, con que en los centros públicos se ofrezcan materias optativas sobre esas convicciones morales y religiosas a que hace referencia la Carta Magna. Ni siquiera dice que tenga que haber conciertos. Los conciertos nacieron cuando se determinó la enseñanza obligatoria y no había escuelas públicas para todos. Luego quedaron como lo que son: un privilegio para quien quiere llevar a sus hijos a un centro privado. Me resulta extraño que cause revuelo que una administración promueva los centros públicos.

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