La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Puigdemont se va pero se queda

Dice que renuncia, pero quiere imponer a un "propio" que está en prisión: cada vez más solo y cada vez más desafiante

Un acto de suprema y patética prepotencia que nace de su tenaz negación del principio de realidad: Carles Puigdemont renuncia al fin a su imposible investidura como presidente de la Generalitat, pero se autoinviste como fantasmal jefe de Estado de la non nata República catalana con derecho a proponer a su sucesor, Jordi Sànchez, a que el Parlament lo elija y a que el ungido se ponga a sus órdenes. Como vicario del único president legítimo.

Se va pero se queda, Puigdemont. Parece como si aceptara su evidente derrota, pero la niega al proclamar que no claudica ni renuncia, al montar un fatuo Consejo de la República virtual con capital en Waterloo y al nombrar a dedo a un sucesor que no puede serlo, y a sabiendas de que no puede serlo.

Porque Jordi Sànchez está en prisión desde hace tres meses y medio y para ser elegido por los diputados tendría que ser excarcelado por el juez que le imputa rebelión y sedición. Un juez que ha denegado la libertad provisional por temor a la reiteración delictiva al presidente de la mayor organización civil separatista no es probable que se la conceda para que sea presidente de la Generalitat: el riesgo de que vuelva a delinquir se multiplica.

Que Puigdemont haya designado al agitador Sànchez (por cierto, cuando escribo no está claro que ERC vaya a aceptar el designio de El Fantasma: si tiene que ser un preso, ahí está Junqueras, se dirán) sólo puede significar que él se marcha de mentirijillas, que trata de convertir la asunción de la derrota en un nuevo desafío, que la intervención de la autonomía catalana por el 155 le importa un pito, y la gobernabilidad de Cataluña, menos de un pito. Expresamente ha dicho que su renuncia es provisional y que el Govern de Sánchez sería un gobiernillo interior subordinado al auténtico poder que reside en el exiliado disfrazado del cómico Joaquín Reyes, pero mejor que el original.

La mente calenturienta, egocéntrica y perturbada de Carles ha alumbrado este esperpento con prórroga. Asumido que él no puede ser presidente y preparado para la inminente confirmación de que Sànchez tampoco lo será, ya calienta en el banquillo el ex consejero Jordi Turull. Podría ser elegido, pero también inhabilitado cuando se le juzgue por la sedición. Y ya estaríamos en la cuarta candidatura, la de Elsa Artadi o algún alcalde adicto a blandir la vara. El caso es no parar mientras Cataluña se estanca y sufre.

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