Políticos presos

La prisión era eludible para quien se arrepintiera a tiempo. Pero todo eso hay que explicarlo bien

Un muerto en una manifestación se puede convertir en un mártir, pero 10 políticos (o más) presos en las cárceles también. Hartitos estamos, en estos días, de que sean los principales protagonistas de la actualidad en España. Por supuesto que no están presos por sus ideas, sino por rebelión, sedición y otros delitos, que desembocaron en una declaración de independencia de Cataluña, a sabiendas y con recochineo. Un desafío circense, que el ex presidente Puigdemont ha avivado, fugándose como si fuera El Lute. El ex conseller Santi Vila, que dimitió en la víspera, no almorzó ayer en la cárcel, con lo cual se ha demostrado que la prisión era eludible para quien se arrepintiera a tiempo. Pero todo eso hay que explicarlo bien.

Incluso un experto en Ciencias Políticas, como Pablo Iglesias, parece ignorar que no es lo mismo un preso político de una dictadura que un político preso en una democracia. Excepto que el preso sea un político corrupto del PP, por supuesto. ¿No lo entiende? Pues claro que sí. Ocurre que Pablo Iglesias y Ada Colau están jugando a la ceremonia de la confusión para conseguir beneficios, mientras él depura a sus disidentes y purga el Podem catalán por la vía rápida. Es verdad que se debe tener prudencia. Probablemente, han sobrado las 300 repeticiones de los furgones conduciendo a Oriol Junqueras y demás políticos a la cárcel, como si fueran criminales en serie.

Ya he repetido en alguna ocasión que el conflicto catalán no es como un partido de tenis, sino más bien como una partida de ajedrez. Se han sacrificado peones, el rey se ha movido, en fin… El Estado ha demostrado su fortaleza, pero no ha dado un jaque mate a los independentistas. Y la partida seguirá después del 21-D. Con la última jugada de las cárceles, el rival entenderá que esto va en serio. Con las payasadas de Puigdemont en Bruselas, mientras Junqueras duerme en una moderna prisión, la unidad independentista no será como antes.

También está por ver el papel de Santi Vila con el catalanismo moderado (si es que existe). Se puede estrellar como Duran Lleida. Sin olvidar que los partidos equívocos, como Podemos y un sector del PSC, son los que pueden rascar votos transversales. Ahí se jugará parte del futuro. Ciudadanos, con la jerezana Inés Arrimadas, levantará algunos votos de la abstención, pero no se los quitará a los partidos de la independencia, que según algunas encuestas estarían en el 48% de los votantes (incluyendo a la CUP).

Para que la vida catalana no siga igual, es imprescindible actuar con inteligencia. Enfriadlo un poco, que se quemen ellos.

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