Políticos con disfraz

Desde que ha vuelto la guapura, Inés Arrimadas ha subido como la espuma y Mariano Rajoy cae en picado

El hábito no hace al monje, pero le da aspecto de monje. Lo mismo digo de las monjas. Para eso inventaron los uniformes, que tienen un significado en la vida civil, militar y religiosa. Los políticos contemporáneos se disfrazan a diario. No sólo en Carnaval, como en Cádiz. Casi todos interpretan un papel, que encuentra un complemento en la estética personal. La coleta de Pablo Iglesias, la barba de Rajoy, el corte y depilación de Pedro Sánchez, o el aspecto de muchachito bueno de Albert Rivera no se deben a la casualidad. Por lo común, con la nueva política, ha vuelto la vieja: la de Suárez y Felipe, con la estética de los hombres guapos, los galanes, donde Fraga y Carrillo perdían con desventaja clara. Desde que ha vuelto la guapura, Inés Arrimadas ha subido como la espuma y Mariano Rajoy cae en picado. No es un efebo y eso también cuenta.

Ha sido muy comentado el cambio de look de Anna Gabriel, nada más huir a Suiza. Ella es una profesora universitaria, que se dedicó a la política. Cuando lideraba la CUP (un grupo ideológicamente surgido de las barricadas) lucía ese flequillo y esa grasa que se ha visto a las pro etarras vascas. Una tendencia digamos grunge radical, que la asemejaba a lo más guerrillero de las calles, a lo que nunca vemos en una publicidad de champús. Sin embargo, ahora, nada más viajar a ese bonito y adinerado país que es Suiza (el mismo que visitaba Bárcenas), la señora Gabriel se olvidó del flequillo y ha optado por una melena más formal, tras adecentarse de modo evidente.

Una azafata, esa profesión que ahora quieren extinguir, me comentó: "La principal diferencia que le he notado a Teresa Rodríguez, desde que entró en el Parlamento Andaluz, consiste en que el otro día vino vestida de Desigual, y ya no se peina igual". Las azafatas se fijan en esas cosas, y en otras. Pero resulta normal que los de Podemos se acicalen más, según el día. El mismo Pablo Iglesias acude a los premios Goya como un doncel y va a las audiencias del Palacio Real como si llegara desde una manifa de indignados. Es la nueva nobleza de los comunistas de salón.

Les pasa a todos y a todas. La reina Letizia acudió el otro día a un acto contra la violencia de género vestida de lo más punk. Con una cazadora de animal print (si bien es cierto que con marca de Hugo Boss), y con un top de tachuelas y cuero negro, que provocó murmullos. ¿Malasaña o qué? También las reinas se disfrazan de rockeras. La nueva política es como un Carnaval, en el que todos y todas disimulan.

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