Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

Plurinacional

Resulta curioso que los deseos de independencia se manifiesten en territorios como Cataluña y Euskadi, que nunca lo fueron

Puigdemont anuncia que va a celebrar el 1 de octubre un referéndum en Cataluña, donde se preguntará a los allí avecindados si quieren independizarse de España. Resulta curioso que los deseos de independencia se manifiesten en territorios, como Cataluña y Euskadi, que nunca fueron independientes. Como la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, aunque garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, mientras esté vigente, cualquier intento de independencia es ilegal y, por tanto, prohibido y penado. Algunos partidos, ante los deseos de Cataluña, han debido reaccionar, a lo sumo, viendo con simpatía el deseo de independencia, pero recomendando esperar a que la Constitución sea reformada. Aquí caben pocos matices, pero como el rigor no acompaña siempre a la acción política, el Gobierno actual encuentra pocos apoyos para que su postura de prohibir el referéndum, por ilegal, sea compartida por todos.

Sin duda, por eso Puigdemont se muestra arrogante. Dice que no renunciará al referéndum aunque lo prohíba el TC, que no existe un poder suficiente para cerrar el colegio electoral que será Cataluña el 1-O y que si la independencia gana, Cataluña se transformará en republica independiente. Parece que su legitimación para actuar en contra de las leyes, incluso de la Constitución, la encuentra en la "democracia", que sitúa por encima del ordenamiento jurídico. Pero aparte de que la democracia no se fundamenta exclusivamente en votos, sino en el respeto a la Ley, resulta chocante que una cuestión que afecta a todos los españoles pueda decidirse, democráticamente, por solo algunos de ellos, los catalanes. Tampoco parece muy democrático que unos pocos parlamentarios, aunque sean mayoría, aprueben una ley de referéndum, sin debate, por el método de la vía rápida de lectura única. Además, cualquier votación exige un control de las condiciones en que se realiza y resulta que, pese a sus muchos intentos, Puigdemont no encuentra ningún organismo que lo realice.

Con estos antecedentes, disponiendo el Gobierno de los instrumentos necesarios y legales para impedir el simulacro, partidos de la oposición le piden que no los use, sino que haga política. No les parece suficiente que no se haya aplicado el art. 155, aunque cada día se le critica más esta falta de aplicación, y que, como Cataluña no podía pagar sus deudas el Gobierno le envía más de 6.000 millones de euros. Debiera explicar Sanchez que más políticas cabe hacer en la cuestión catalana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios