Pensiones

El pago de las pensiones y de la Sanidad es el mayor desafío que tienen planteados los gobiernos de Europa

Hace quince años había en nuestro país 4.200 personas que tenían más de cien años; el año pasado eran casi 15.000, es decir, cuatro veces más. Y todo indica que el número de centenarios seguirá aumentando gracias a la buena alimentación (la dieta mediterránea), la alta calidad de nuestra sanidad pública y los avances de la medicina. La buena noticia es que ese aumento del número de centenarios significa que vivimos en una sociedad razonablemente exitosa, pese a los muchos defectos que todos conocemos. La mala noticia es que esas personas que viven cien años o más necesitan seguir cobrando una pensión -por misérrima que sea- durante un tiempo que a veces es casi tan largo como su vida laboral, y además necesitan cuidados médicos que son cada vez más costosos. Y todo eso afecta a un sistema de pensiones que ya está muy debilitado las escasas contribuciones de los trabajadores jóvenes acosados por la precariedad.

Digo esto porque habría que tener mucho cuidado con la demagogia y el histerismo cuando se habla de las pensiones. El sistema de cobro y de reparto de las pensiones estaba pensando para un mundo en el que abundaba el trabajo asalariado y en el que un trabajador normal entraba a trabajar muy joven -a los 16 años en muchos casos- y se jubilaba a los 65. Después podía vivir, si tenía suerte, diez o quince años más, pero eso era todo. Ahora, en cambio, nada de eso ocurre. En la era de la globalización, los trabajos son escasos y precarios, pero al mismo tiempo vivimos muchos más años -hasta los 85 más o menos-, lo que supone un gasto en pensiones que aumenta cada día y que se hace muy difícil de sostener.

Por supuesto que hay pensiones misérrimas y que hay muchos jubilados que malviven de forma vergonzosa. Y por supuesto que el Estado se permite unos gastos inexplicables -en el AVE, en cargos políticos innecesarios, en privilegios absurdos- que podrían dedicarse al pago de las pensiones. Todo eso es innegable. Pero el problema de las pensiones -gobierne quien gobierne- no se puede solventar de un plumazo como dicen algunos demagogos. De hecho, el pago de las pensiones y de los gastos sanitarios es el mayor desafío que tienen planteados los gobiernos de Europa. Y encontrar una solución viable exigirá mucho tacto, mucha inteligencia y mucho acuerdo político. Cosas, por cierto que no abundan entre nosotros.

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