Me resulta bastante difícil comprender cómo es posible poder explicar toda la poesía del Barroco español en una sola clase que dura cuarenta y cinco minutos a jóvenes de 1º de Bachillerato. Pasar como una centella por esta etapa de esplendor no les beneficia en nada. No analizar en profundidad, para ponerlos en antecedente, la época de crisis y decadencia que derivó en un profundo deterioro de la sociedad y que contrasta con la etapa de oro, de florecimiento cultural. Nombres de tanto peso y tan destacados, no solo en las letras del Barroco sino también por la estela que su obra ha dejado a posteriores autores y para el deleite de los amantes de la poesía; hablo de "monstruos" literarios de la talla de Lope de Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo a los que se les dedican escasos diez minutos a cada uno. Ver para creer.

Dejar a un joven solo a esas edades ante el comentario de un poema de uno de estos grandes, es dejarlo ante un abismo. Dejarlo ante una estrofa en la que el autor al crearla buscaba su brillantez, su elaboración formal y su musicalidad, salpicada de cultismos, hipérbatos, sintaxis latinizante, alusiones mitológicas… siguiendo el estilo del culteranismo; o por el contrario, ante un juego ingenioso de ideas que permitiera el conocimiento renovado de algún aspecto de la realidad, salpicado de comparaciones y metáforas, siguiendo esta vez las concepciones literarias del conceptismo. Y al dejarlos solos, sin una ayuda y una defensa apasionada de lo que leen y analizan, la cosa pasa de poder ser un descubrimiento a ser un verdadero peñazo debido a su absoluta falta de recursos para afrontarla. Descifrar entre tanta figura literaria, entre tanto concepto y adorno, asuntos como el desengaño, la visión pesimista de la vida humana, la burla y la crítica, la muerte y sus clásicos tópicos tempus fugit, carpe diem o memento mori, necesita de mucha práctica, beber de muchos textos y un dar con un entregado adulto que los aliente.

Qué verdad es que hay profesores que marcan y si algo tuve fue la gran suerte de que el mío de Literatura con su amor y pasión por lo que hacía me marcara. Y lo hizo de tal modo que ahora amo lo que hago gracias a él.

Es el todopoderoso sistema con el que la educación lucha el que determina e impone y a algunos desgasta y los tuerce del inicial camino evadiéndolos de sus primordiales obligaciones.

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