El máster de Cristina Cifuentes ha dejado dos damnificados: la Universidad Rey Juan Carlos, con amenazas al resto de la institución pública, y el PP. Y Ciudadanos está amenazado de daños colaterales. Cifuentes se cree salvada con su huida hacia adelante, pero su carrera política está agotada, es posible que no vuelva a ser la candidata en Madrid y, si lo es, no será presidenta. Ciudadanos no volverá a apoyar su investidura en 2019, aunque el agente naranja, tan ácido con otros, se está mostrando en esta ocasión más flojito que la Fanta. Nada que ver con los herbicidas y desfoliantes que convirtieron en naranja aquellas lluvias de los aviones de Estados Unidos sobre la selva vietnamita. Ciudadanos sacó a dos ex presidentes de la Junta del Congreso y del Senado, pero ahora se conforma con una comisión de investigación sobre la que Cifuentes, que ha demostrado carecer de escrúpulos, se reirá. Oigo lo siguiente en la convención del PP a un alto dirigente regional: "¿Cómo es posible que estemos a pocos metros de la Audiencia de Sevilla y nadie haya pronunciado aún la palabra ERE?". La moción de censura obligará a Ciudadanos a posicionarse entre PSOE-Podemos o Cifuentes: cualquiera es mala elección de cara a sus posibles electores. Se impone la solución a la murciana, presionar en serio para provocar el relevo. Si no, será otro damnificado.

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