Angela Merkel descansa los últimos días de esta Semana Santa en La Gomera, la canciller sabe elegir sus vacaciones. En verano siempre pasa unos días caminando en los Alpes y oyendo a Wagner en Bayreuth. En el norte ha dejado al presidiario Puigdemont con un menú tradicional: el viernes, sólo pescado, platija y arenque, aunque hoy domingo ya comerá patatas con filete. Pero Merkel ha dejado escrito su compromiso de neutralidad absoluta con la extradicción de Puigdemont. Aunque su abogado germano es un ex fiscal muy influyente, el Gobierno de Merkel le ha contestado que no intervendrá en este asunto ni ejercerá el derecho de veto a la decisión que marquen, primero, la Fiscalía y, posteriormente, el tribunal. Tintín el belga, que es así como le veía su amigo Josep Rull, ha pasado de ser el protagonista de un nuevo episodio de la Leyenda Negra española, a convertirse en un encarcelado bajo la tutela de uno de los poderes judiciales más independientes del mundo. Pero España también se examina en Alemania. Puigdemont será extraditado, porque es un fugado y hay motivos penales, pero el hueso de este caso es que la Fiscalía alemana entienda que la amenaza de la toma de la calle, demostrada con los sucesos en la sede de Economía, fue la coerción necesaria para el delito de rebelión. Como tal o en grado de tentativa. Vendrá.

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