Del documento en el que, expresando su posición sobre la polvareda generada por el asunto Cifuentes, han suscrito un numeroso grupo de catedráticos y profesores universitarios españoles, destaco una afirmación que considero decepcionantemente exacta: junto a una mayoría de títulos y estudios de alto nivel y elevada exigencia, se han colado en nuestra universidad otros que no son sino oscuros negocios y "chiringuitos".

Esta realidad, creo que inobjetable, trae causa de dos factores fundamentales. El primero es, sin duda, la hipertrofia: según el Ministerio de Educación, durante el curso 2016/17 se impartieron en España 3.772 másteres, 3.105 en campus públicos y 776 en los privados. Eso arroja una media de 50 por universidad. ¿Responde semejante volumen a una verdadera demanda social? Probablemente no. La búsqueda irracional de recursos, el prejuicio según el cual departamentos y profesores que no cuenten con su propio máster son vistos con recelo y hasta la picaresca, tan enraizada en todos los ámbitos de nuestro país, han inflado una oferta demasiadas veces inútil, inexplicable y nociva para la credibilidad de la institución. Proliferan los llamados másteres de pinta y colorea, cuyo único propósito es engordar el currículo de docentes y discentes, sin el menor interés por la formación de los alumnos y, para colmo, con una ridícula cifra de matriculados.

Tal disfunción, inaceptable, no sería posible sin el segundo de los factores: "La absurda y estéril burocratización del sistema universitario español -señalan los firmantes- ha llevado a la abundancia de fiscalizaciones puramente aparentes por parte de agencias y entidades de avaluación que, en lo que a los títulos universitarios se refiere, a menudo no sirven más que para disfrazar el desgobierno y la arbitrariedad". O lo que es lo mismo: nadie controla en serio la calidad de lo que se ofrece.

Urge empezar a distinguir el trigo de la cizaña: seleccionar con más rigor al alumnado, no seguir denominando máster a lo que jamás lo será, revisar contenidos, creditajes, utilidades y métodos de examen y, sobre todo, repensar si es necesario que haya tantos másteres tan parecidos en todos los campus. Un dato de cierre: según la CRUE y La Caixa, al 50% de los alumnos su máster no le sirvió para encontrar empleo, ni para mejorarlo, ni siquiera para conservarlo. Tiempo es, pues, de atajar tanta falacia, tanto fracaso, tanta estafa y tanta mentira.

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