La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿Madrid bien vale un máster?

¿Por qué lo hizo? ¿Qué ganaba? Debe estar tirándose de los pelos, si es que aún conserva la cabeza

El misterio mayor del asunto del máster que le va a costar su brillante y prometedora carrera política no es si Cifuentes tuvo trato de favor o no, si ha mentido o no al dar las explicaciones, si la Universidad Rey Juan Carlos fue o es una tómbola expendedora de másteres, si tal o cual rector, tal o cual profesora o tal o cual director de máster hizo trampas, dio trato de favor o falsificó documentos. Estas pueden ser cuestiones importantes para quitar de en medio a una peligrosa opositora política y darle otro mazazo al noqueado PP o para continuar depurando la política nacional a base de castigos ejemplares que ya ni tan siquiera aguardan imputaciones y mucho menos condenas. Estalla el escándalo, a una señal de la oposición sus afines mariachis mediáticos tocan el Degüello de Río Bravo y rueda una cabeza. Así están las cosas y por ello se suceden dimisiones sin condena. ¿Son inocentes o no? Lo mismo da. La catarata de escándalos ha cabreado a la ciudadanía y generalizado la sospecha sobre la totalidad, no solo de la clase política, sino de todo aquel que tenga alguna responsabilidad pública. La propia clase política, utilizando los escándalos para descalificar a sus adversarios, ha contribuido no poco al descrédito de su oficio. Qué otra cosa puede esperarse de quienes hacen análisis tan sutiles sobre el caso de Cifuentes como el de Pedro Sánchez: "el PP mete la mano y Rivera les echa una manita". ¡Toma ciencia política fina! Es lo que pasa con las batallas de tartas: todos acaban salpicados. Y en estos casos no son precisamente de crema los proyectiles que se tiran unos a otros sino de… Ustedes me entienden.

Pero a lo que iba. El misterio mayor del asunto Cifuentes es qué puñetas le aportó el master que le va a costar la presidencia y la carrera. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué ganaba? Me he atracado de horas de tertulia radiofónica y televisiva sobre este caso, he leído no sé cuántos artículos de opinión y editoriales. Pero nadie me ha aclarado el por qué. No lo necesitaba profesionalmente. No le aportaba nada, carece de prestigio y no habilita para ninguna tarea. ¿Entonces? ¿Titulitis agravada en masteritis, como diagnosticó el compañero Sánchez-Moliní? No sé... Se puede comprender que haya quien se arriesgue a arruinar su carrera y hasta acabar en la cárcel para acumular millones. Pero, ¿por un máster de segunda? Debe estar tirándose de los pelos, si es que aún tiene la cabeza sobre los hombros.

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