¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¡Llera quédate!

Lo de las reprobaciones parlamentarias suena un poco a maldición gitana; es decir, a pitorreo

Anda un tanto mosca el gremio de los plumillas por unas declaraciones en las que el consejero de Justicia e Interior, Emilio de Llera, se hace eco de una antigua cita del maestro Indro Montanelli: "El periodista es un océano de sabiduría con un centímetro de profundidad". Amén, no se me ocurre mejor manera de definir a los mejores de este oficio. El compañero Blas Fernández, erudito en moderneces, también ha dicho alguna vez que todo periodista es un "impostor versátil", lo que tampoco nos parece una mala fórmula para definir la cosa. Para las profundidades abisales del conocimiento ya están otros -muchos de los cuales también escriben en los periódicos-, esos que se encargan regularmente de adoptar un mohín de superioridad que, la mayoría de las veces, resulta más cómico que irritante. Pero, en fin, esto es parte del juego en el que andamos metidos y no nos vamos a quejar a estas alturas.

Nos cae bien el consejero Llera, quizás porque es un metepatas, como ya demostró cuando comparó a los jueces con Hitler y recibió la colleja del Parlamento andaluz en forma de reprobación iracunda y pionera. Lo de las reprobaciones parlamentarias suena un poco a maldición gitana; es decir, a pitorreo. Al menos, Llera anima el cotarro con sus momentos de euforia faltona, lo cual es de agradecer en un Gobierno andaluz marcado por la grisura, la absoluta falta de pulso político y el miedo a hacer algo que pueda desagradar a la voz de su amo. Llera está ahí para lo que está, para controlar en lo posible la cuestión ERE, y nadie puede decir que lo esté haciendo mal. Para el resto, tiene barra libre.

Como se viene informando, Susana Díaz medita en estos días una crisis de Gobierno tras su batacazo en las primarias del PSOE. Es evidente que el actual no funciona, que es lo que suele pasar cuando se nombran consejeros para premiar servicios prestados y lealtades políticas y no por su contrastada valía en la gestión de las cosas públicas. A todas luces son necesarios cambios sustanciales en el Ejecutivo y Susana Díaz se juega en este envite, incluso, su propia supervivencia política. Si su equipo sigue en la actual atonía, las próximas elecciones pueden provocar un terremoto histórico que acabe con la pax socialista en Andalucía tras 35 años. Si eso ocurre, la carrera de Díaz será, parafraseando los versos de Sor Juana Inés, "cadáver, polvo, sombra, nada". No hay duda de que a Susana Díaz le urge acometer la crisis de gobierno. Pero que no quite a Llera, por favor. Que lo deje para seguir animando las soporíferas jornadas de la política andaluza.

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