Hay que saber estar en el sitio adecuado para que te sorprendan las cosas inesperadamente. Cómo va a ser igual comprar un libro por internet que ir en su búsqueda a la librería, hacer ese peregrinaje que el libro y el autor merecen y devolverles un poco del esfuerzo, en señal de agradecimiento, a todo el tiempo que el escritor o escritora han dedicado… No le encuentro aliciente a eso de darle a un botón y ya es tuyo. La ventaja de ir a visitarlos a su provisional morada es que se te cruzan lecturas inesperadas. Mientras estés en casa, delante del ordenador, estás perdiendo la oportunidad de que al otro lado de tu coraza la vida te sorprenda y alguien o algo cambie el rumbo de las cosas, o al menos de la tarde o la mañana. Y aunque creas que también puede sucederte en las redes, no es lo mismo y lo sabes; el contacto lo es todo y no te cuento ya si uno es capaz de mantener noble la mirada.

El caso es que la semana pasada tuve un flechazo en plena librería sin esperarlo. Nunca dejo de visitar la sección de poesía vaya para lo que vaya y en ella había un libro que me esperaba para acompañarme la tarde de aquel sábado. En una edición muy cuidada y con una sencilla e infantil portada me reencontré con Luis García Montero: Lecciones de Poesía para niños y niñas inquietos. Empecé a hojearlo y me enamoré del libro. Bueno, en un principio de lo que el título avanzaba y acto seguido de las deleitosas ilustraciones hechas por Cristina León. La sinopsis sumó para hacerme del todo suya: un libro con deseos de abrir las puertas al maravilloso mundo de la `poesía desde la infancia hasta la adolescencia. Y es que me gusta en los ratos libres que tenemos, que son bien pocos, hacer versos con mis alumnos. En el placer ocioso de aquel verano que todavía recuerdo elaboré un taller también con lecciones de poesía; empecé por los haikus. Y como una siempre intenta barrer para casa, ningún poeta mejor que el algecireño Sergio Berrocal para iniciarlos. Hice una cuidada selección de sus poemas y los ilustré con dibujos que ayudasen al alumno a entender la complicada sencillez y el delicado mundo de este personal poeta. Quizá que fue que el primer contacto con el libro adquirido ejerció el envolvente efecto de transportarme a aquel delicioso y sugestivo trabajo.

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