Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Inseguridad

Es preciso romper el círculo vicioso del narcobienestar, que conduce a depender de forma absoluta del mundo de la droga

El tiroteo acontecido el pasado miércoles en El Saladillo, en el que resultó herido de bala un agente de la Guardia Civil, supone un nuevo toque de atención ante el grave problema de inseguridad que padecen las barriadas más castigadas de Algeciras a consecuencia fundamentalmente del narcotráfico, un fenómeno al que no escapa ni mucho menos La Línea de la Concepción. Las estadísticas más recientes sobre criminalidad del Ministerio del Interior y que hoy ofrecemos en páginas interiores dan fe del aumento de los delitos en ambas ciudades en el primer semestre de este año en relación con el mismo periodo de 2016, especialmente los relacionados con las drogas y el robo de vehículos. La citada estadística se cerró coincidiendo con la llegada al Campo de Gibraltar de unos cuarenta guardias civiles y una treintena larga de policías nacionales tras la muerte en La Línea del policía local Víctor Sánchez mientras trataba de interceptar un alijo. Los refuerzos, dijeron entonces las autoridades, habían venido para quedarse.

Y sí, durante varias semanas se hizo muy visible la presencia de agentes bien pertrechados con resultados notables en forma de detenciones e incautaciones de droga, aunque aquellos efectivos desaparecieron una vez concluida la operación paso del Estrecho y comenzada la algarada secesionista catalana.

Los resultados saltan a la vista. Los sindicatos policiales y las asociaciones de agentes de la Benemérita denuncian la impotencia que sienten los integrantes de ambos cuerpos ante la falta de medios para frenar a las bandas de narcos. A esta conclusión se suman los representantes vecinales, cuya indignación se ha hecho patente estos días. Solo en el Saladillo se contabilizan cuatro tiroteos en 2017.

Debemos afrontar el reto de poner fin a esta escalada de violencia que lleva aparejados muchos otros problemas. No vale con proclamar a modo de mantra que Algeciras es la ciudad más segura de España cuando la opinión pública y los datos comparativos con urbes similares en población indican lo contrario.

Es evidente que se precisa incrementar de nuevo el número de miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y de llevar a cabo, en paralelo, planes de inclusión social en los barrios más empobrecidos para quebrar el círculo vicioso del narcobienestar, que tan solo conduce a depender de forma absoluta del mundo de la droga y que impide todo progreso.

Hace bien el alcalde de La Línea, Juan Franco, en no ponerse de perfil, sino en situarse al frente de las demandas de sus vecinos desde el recocimiento de la realidad. Los profesionales de la política deberían tomar nota: más sinceridad, menos comisiones de trabajo, esfuerzo a pie de tajo y aumento de los recursos presupuestarios.

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