Hoy como ayer

Si bien dominaba el ambiente andalusí en su casa, Blas Infante acudía a otras referencias culturales

La verdad es que no sé si esa falta de celo que los andaluces tenemos de nuestras cosas, merece un reproche. Tal vez no queramos exhibir, más allá de lo natural, lo que nos diferencia de la gente de otros lugares, porque esas diferencias son insignificantes. En los últimos días de febrero, y en los primeros de diciembre, hablamos algo y escribimos sobre nuestra definición en el Estado de las autonomías. Pero lo hacemos bajito, sin molestar. Más por avisarnos a nosotros mismos, que por marcar diferencias. Acaso sea por eso que esa frase tan bella constituida en lema, que figura en el escudo y se proclama en el himno de Andalucía, traduce un sentimiento abierto que se suele llamar, no sin cierto abuso del lenguaje, universalista: Andalucía por sí, para España y la Humanidad.

El mes pasado se cumplieron cien años de la Asamblea de Ronda, donde se adoptaron los símbolos de Andalucía en vísperas de las elecciones generales que ganaría el Partido Liberal Conservador liderado por Eduardo Dato. Soy testigo -he conocido la casa de Blas Infante en Coria del Río, cuando estaba habitada por su hija mayor María Luisa, fallecida hace casi nueve años- de que Blas Infante Pérez de Vargas (era primo hermano de mi padre) no entendía a Andalucía a modo de legado del islam, como parece que nos quieren hacer creer ciertos sectores, sino que asumía su pasado histórico-cultural romano y su vinculación religiosa al cristianismo. Si bien predominaba la cultura andalusí en la ambientación de la casa (Villa Alegría) que habitó desde su construcción, en 1931, hasta su trágica muerte en 1936, Blas Infante no desdeñaba detenerse en otras referencias culturales. Sobre su mesa, conservada intacta por su hija, había imágenes religiosas católicas y una de las estancias de la casa recurría a elementos arquitectónicos y ornamentales romanos. Su segundo apellido -al que me referí en un trabajo publicado en el primer número de la revista Almoraima (El segundo apellido de Blas Infante, págs. 35-37, 1989)- es con frecuencia mutilado por ser compuesto y seguramente para eludir cualquier relación que pudiera sospecharse con la alta burguesía sevillana, algunos de cuyos elementos, familiares directos de su mujer, que confeccionaría la primera bandera de Andalucía, Angustias García Parias, fueron inductores por venganza de su asesinato. Junto al nudo de "La Gota de Leche", en el Km. 4 de la carretera de Carmona.

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