MUCHAS veces, demasiadas según los casos, nos quejamos del desorden del hogar que a su paso dejan nuestros hijos. Tropiezas en las escaleras con la amiga Tarta de fresa, abres el microondas y hay dos clicks a punto de derretirse, entras en la bañera y es como un campo de minas, tratando de esquivar a Bob Esponja y al novio de la Barbie con un brazo menos, empapaito el chaval. Tener hijos es salir cada mañana a la calle con una tatuaje grabado a fuego que dice "sí se puede", pero es cuando son pequeños cuando hay que disfrutarlos y aprender de ellos. Recuerdo consejos que mi abuelo me daba cuando yo todavía era un adolescente. Mientras leía un libro sus sabias palabras se posaban en mi interior: lo más grande que le darás a tus hijos el día de mañana serán las alas y nuestras raíces, porque el día que llegues a tu hogar y todo en tu casa este en perfecto estado de revista será porque crecieron y volaron. Entonces echarás de menos ese desorden, la sal y la pimienta de la vida,tus hijos.

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