PETER Caruana, el ministro principal de Gibraltar, se ha presentado en La Línea el día seis días de septiembre como si fuese el de enero y, cual Rey Mago, ha traído el regalo de una futura zona logística y la terminal de carga del aeropuerto gibraltareño.

No me malinterprete si nota mi ironía. No es que esté contra ese proyecto, que de materializarse traerá a buen seguro beneficios a los linenses. No. Es que la propuesta y las maneras de Caruana en los últimos meses tienen un trasfondo político. Uno que va mucho más allá de meterle metafóricamente el dedo en el ojo al PP de Alejandro Sánchez, que también.

Desde que Miguel Ángel Moratinos dejó el Palacio de Santa Cruz, la política del Ministerio de Exteriores y Cooperación respecto a la colonia británica y su gobierno autónomo ha sido la de la ignorancia, en toda la extensión de la acepción. La ministra Trinidad Jiménez ni ha querido empaparse del contencioso y ha procurado que éste fuese noticia en su mandato. Incluso en lo que respecta a la relación bilateral con Reino Unido.

En ese contexto, Caruana no tiene ya argumentos para mantener su pose imperial de cuasi jefe de estado, que es la que ha mantenido gracias al Foro de Diálogo, una mesa tripartita que no tenía ese objetivo.

Ante la ausencia del Foro, que está mucho más muerto de lo que parece y a la espera de que el PP lo liquide si gobierna España, Caruana hace meses que optó por acordarse a las autoridades comarcales y locales del Campo de Gibraltar, a cuya presencia en el Foro se negó constantemente, pese a que era la salida para evitar que Gibraltar estuviese a la altura de los dos Estados. Porque no lo es, mal que le pese.

Primero propició que Isabel Beneroso, siendo aún presidenta de la Mancomunidad, le visitara en Convent Place. Luego recibió a Gemma Araujo cuando ésta aspiraba a la Alcaldía. Y ahora le devuelve la visita con ella como regidora gracias a los pactos.

Todo esto tiene como trasfondo la inminente cita electoral en el Peñón, donde las encuestas le sitúan muy lejos de Fabian Picardo. (Aunque yo me fío poco de los sondeos en Gibraltar).

Caruana sólo está dando, lo que no sorprenderá a nadie, un giro ventajista para intentar salir reelegido en la que, anuncia, sería su última participación como candidato.

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