FITUR, del hoy al pasado

Para la gente del Campo de Gibraltar, FITUR fue, en los ochenta y noventa, un lugar de encuentro

Ayer se abrían las puertas de la edición de este año de la feria internacional del turismo (FITUR) con una propuesta al alza, cuando España rebasa a Estados Unidos y se coloca detrás y a corta distancia de Francia, en el segundo país como destino turístico. La industria del sector vive un momento mágico con grandes expectativas de crecimiento. Mucho tiene que ver en ello la inestabilidad política y la inseguridad que padece el Mediterráneo medio y oriental, pero también y sobre todo, los escenarios naturales españoles. No desempeña todavía, sin embargo, un papel a la altura que debiera, el patrimonio y la solera histórica de un país que como el nuestro, tiene una de las ofertas más singulares y variadas en depósitos arqueológicos y artísticos como valor añadido al hecho de ser un enorme recipiente de ocio, sol, montañas y playas.

El turismo es ya la primera industria nacional. En cifras de los últimos años, el aporte económico de esta actividad, en su conjunto, fue de más de 110.000 millones de euros anuales, lo que supera el 11% del PIB. No obstante, se dan las condiciones para que la línea ascendente de los ingresos por turismo aumente su pendiente a corto y medio plazo. Canarias es la primera entre las principales regiones turísticas europeas y hasta llegar a Andalucía, que es la octava, aún se encuentran otras dos españolas, Cataluña, que fue, hasta hace poco, la cuarta, y Baleares, que es la quinta. Las comunidades de nuestra costa mediterránea absorben la mitad del turismo que recala en España. No hay que esforzarse para deducir que la oferta cultural está aún lejos de significarse.

Para la gente del Campo de Gibraltar, FITUR fue, en la segunda mitad de la década de los ochenta y primera de los noventa, un lugar de encuentro. La participación pública y privada era extraordinaria y el legendario Mesón "Algeciras" de Madrid, gerenciado por Juan Guerrero Soriano, organizaba, con la espléndida ayuda de Ignacio Villaverde, su erizada. En sus alrededores se congregaban miles de personas, incluyendo a algunos alcaldes, chirigotas de la Fuentenueva y de la Bajadilla y hasta una excursión que organizaba la peña El Chumbo y (el chez) José Luis, a la que acompañaba la pastorada de la peña Miguelín con el gran Manolo "El Bollo" a la cabeza, Bernardo y su zambomba, y aquellos extraordinarios "pastores" que recorrieron la plaza Mayor madrileña y llenaron de luz un tiempo inolvidable.

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