Crónica personal

Pilar Cernuda

Extraño país

EXTRAÑO país aquel en el que el líder de la oposición propone, como gran reforma educativa, que si un día gobierna garantizará a todos los ciudadanos que sus hijos podrán estudiar en la lengua oficial tanto en el colegio como en la universidad, la lengua común según la Constitución. Extraño país aquel en el que el partido que gobierna lanza, como gran iniciativa, que un grupo de expertos extranjeros aporten ideas para el programa electoral, como si esos expertos conocieran mejor que los españoles los problemas más acuciantes de los ciudadanos. La sorpresa ha sido enorme, como era previsible, cuando algunas de las propuestas eran del PP y habían sido criticadas por el PSOE, y otras eran contrarias a lo que defendían hasta ahora los socialistas.

Extraño país es esta España nuestra en la que el presidente de Gobierno se lanza a la palestra electoral proponiendo ampliar los supuestos permitidos para interrumpir el embarazo, desde su partido niegan que eso sea así, y finalmente se incorpora al programa electoral porque las mujeres del partido lo convierten en cuestión prioritaria. Extraño país esta España nuestra en la que el principal partido de la oposición, el que aspira a gobernar, resuelve sus problemas internos a menos de dos meses de las elecciones, en lugar de haber cerrado las polémicas incómodas tiempo atrás para llegar así tranquilos a la contienda y sin que los adversarios les saquen los colores.

No deja de ser extraño que en plena campaña electoral los nacionalistas empiecen ya a poner condiciones a los partidos con posibilidades de gobernar, que si tienes que retirar el recurso, que si tienes que aceptar sin excepciones el nuevo Estatut, que si tienes que apoyar la celebración del referéndum... Se intenta vender la piel del oso antes de cazarlo, antes de saber quién va a ganar las elecciones y con qué margen de maniobra. Algunos nacionalistas están mal acostumbrados -no todos-, piensan que no es posible gobernar sin contar con ellos, y pisan fuerte con sus exigencias.

Extraño país el que olvida en dos días que su presidente ha mentido, y además ha mentido en una cuestión fundamental de su política, las negociaciones con los terroristas. En otras latitudes las mentiras cuestan la carrera a sus políticos, incluso a su presidente, ahí está el caso Nixon como ejemplo. Pero aquí nos fumamos un puro.

Extraño país el que ha tenido durante cuatro años a un presidente de gobierno que no ha sido capaz de que le reciba el presidente de los Estados Unidos, nunca había ocurrido hasta ahora en los años de democracia. Y extraño país es éste en el el presidente se inventa una Alianza de Civilizaciones e inmediatamente la ministra de Educación anuncia que esa Alianza se va a convertir en asignatura. Por favor, seamos serios.

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