Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Estupor

El problema se agrava cuando personajes como Donald Trump hallan acomodo en los "partidos serios" del sistema

Nada más lejos de mi intención que dar ideas, pero un buen amigo mantiene a pie juntillas que, si Juan Carlos Juárez volviera a presentarse como candidato a la Alcaldía de La Línea, ganaría de calle las elecciones. Desconozco si el ex alcalde -integrado primero en las filas del GIL, luego en las del PP- desea repetir su experiencia como regidor y si ha cumplido ya el periodo de inhabilitación derivado de las condenas judiciales por prevaricación de las que fue objeto, aunque confieso que la hipótesis de verle sentado de nuevo en el sillón de alcalde me provoca un estupor similar al experimentado tras la victoria de Donald Trump en EEUU. Por error, a uno le da por pensar de vez en cuando que el desprecio a las normas, el ordeno y mando, la marginación de las minorías y el ninguneo a quienes piensan de manera diferente son fenómenos llamados a la extinción en nuestro entorno -¿civilizado?- porque este mundo tiende a evolucionar a mejor. Y no es así teniendo en cuenta que un facha soez y misógino va a dirigir la primera potencia del Planeta, dicho sea con el permiso de los chinos, que también están apañados.

Salvando las distancias, volvamos a Juárez, nuestra experiencia cercana de populismo y demagogia de pelo engominado. Su fórmula de gobierno municipal fue sencilla: calles limpias de basuras y más seguridad ciudadana gracias a una amplia y contundente (en el estricto sentido de la palabra) presencia policial. También logró la paz social con los sindicatos a base de complementos retributivos, como el ilegal de 408 euros ahora suprimido y que aún investiga el Tribunal de Cuentas. Todo ello aderezado con un descontrol presupuestario. Tras de sí dejó un desagradable legado cuyas consecuencias siguensufriendo los linenses, con una deuda municipal inasumible y un deterioro de la imagen exterior de la ciudad de difícil cura. No fue una excepción en la zona litoral porque parecido modus operandi padecieron los tarifeños o los marbellíes gracias a los también condenados Juan Andrés Gil y Jesús Gil, respectivamente.

El problema se agrava especialmente cuando este abanico de personajes hallan acomodo entre los partidos serios del sistema, por llamarlos de alguna forma. Este nuevo o viejo orden mundial (como afirma Chomsky, pase lo que pase, los débiles estarán siempre sometidos a la fuerza de la ley, mientras los poderosos se servirán de la ley de la fuerza) ha quedado en manos de reaccionarios como el presidente electo de EEUU o de Putin, en Rusia. El siguiente capítulo puede tener lugar en Francia, con Marie Le Pen, o en el Reino Unido, con Farage, los primeros en felicitar a Trump por su nítido triunfo. O tomamos conciencia colectiva de lo que nos jugamos o un día volveremos a tener a uno de estos individuos más cerca de lo deseable.

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