Cuarto de Muestras

Españolitos

En este esperpento que es España no sirve de nada quedarse quieto

España tiene miedo. Rajoy tiene miedo. El rey tiene miedo. Tristeza y miedo. Es un miedo palpable que contradice los mensajes oficiales de uno y otro extremo. Hemos descubierto que hay algo mucho peor que la corrupción de la clase política, algo que en España se repite a lo largo de la historia: La parte cafre.

España parece que siempre quiere hacerse y deshacerse a un tiempo, le gusta revolverse contra sí misma. No hay más que mirar su pintura o leer a sus escritores más renombrados. Goya no estaba loco, ni Gutiérrez Solana, ni Valle Inclán. Los intelectuales del 98 no estaban locos tampoco. La España negra no es un mito ni un invento. España se dibuja cada cierto tiempo con un trazo negro, grueso y un tanto descarnado. Quizás sea exagerado pero el dramatismo también forma parte de esa descripción tenebrista que tan bien nos retrata.

Quien quiera entender lo que está pasando una vez más en España no tiene que ver el telediario ni leer los periódicos, tiene que darse un buen paseo por museos y bibliotecas. Allí están los reyes, los mendigos, los bufones, los pícaros y los santos. Allí está España retratada por los siglos de los siglos: La fiesta, la religión y la muerte. La desnudez de una mujer de espaldas frente a un espejo.

Si Rajoy quiere superar su amargura por la incomprensión de muchos, que se ponga a mirar nuestra historia porque la culpa de lo que pasa no es suya. En este esperpento que es España no sirve de nada quedarse quieto ni menos aún mandar a los guardias civiles. Rajoy debe sentir el estupor de lo que somos. Que reflexione ante las postrimerías de Valdés Leal, que intente descifrar el misterio de El Greco, que se emocione ante Velázquez, que sienta sobre sí la mirada satírica de Goya cuando retrata a sus reyes. Que lea los Episodios Nacionales de Galdós y las Novelas Ejemplares de Cervantes y a Gómez de la Serna tan lógico y tan absurdo a un tiempo. Que se entristezca con Unamuno, que afine con Azorín, que se entere con Baroja. No hay nada más patriótico. Que lea y que mire una y otra vez.

No sé si después de buscar en ese espejo que es el arte encontrará la solución para lo que nos pasa, que creo que no tiene solución, pero al menos entenderá por qué nos pasa lo que nos pasa. Entre El Guernica y el diálogo de sordos estamos los españolitos de Machado entre una España que muere y otra España que bosteza. Que Dios nos guarde de la tercera España, de la cafre.

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