Cuentan quienes la escucharon en el último comité director del PSOE andaluz que Susana Díaz habló ante los suyos de que agotaría la legislatura, que en sus planes no entra un adelanto electoral. Y así lo reiteró en la entrevista concedida al Grupo Joly con ocasión del 28-F bajo el argumento de que su Ejecutivo cuenta con lo que le falta a Rajoy, "estabilidad", gracias fundamentalmente al apoyo parlamentario que le brindan los diputados de Ciudadanos. Pero en política las alianzas pueden durar lo que un telediario, como lo demostró la propia Díaz en 2015 cuando rompió unilateralmente el acuerdo de gobierno con IU, absolutamente estable hasta ese momento, para convocar inmediatamente a los andaluces a las urnas. La jugada entonces le salió bien.

La reciente encuesta del Egopa, que otorga a los socialistas una ventaja de más de trece puntos porcentuales sobre Ciudadanos y sitúa al PP como tercera fuerza política a casi dieciséis ha dado argumentos a quienes en el PSOE-A apuestan por adelantar los comicios autonómicos. Las razones de índole partidaria son varias. La primera y principal es dejar a los populares fuera de juego en Andalucía, arrebatar a Rajoy un puntal clave para sus aspiraciones en España y asestar el primer golpe antes de las municipales de mayo de 2019. La fecha sugerida para ese anticipo es octubre, apenas cinco meses antes de la fecha tope (marzo de 2019), pero clave por lo que afecta también a Ciudadanos, un proyecto aún por cuajar y con un liderazgo discutido en Andalucía: Juan Marín carece del carisma de Albert Rivera y de Inés Arrimadas, única figura política que a día de hoy haría pasar apuros a Susana Díaz en un hipotético -e imposible- cara a cara en Andalucía. Tampoco le vendría bien el adelanto al tándem Podemos-IU, una alianza trabada desde arriba por sus líderes que ni parece arraigar en sus respectivas bases ni atraer a nuevos votantes.

¿Hay razones para romper amarras con C's y dar justificación pública al anticipo electoral? Siempre puede haber alguna, pero una la ha puesto ya en bandeja el partido naranja al desmarcarse en solitario del acuerdo parlamentario sobre la financiación autonómica. La propuesta planteada a nivel nacional por Rivera favorece a priori a las comunidades más ricas y amenaza con lastrar las aspiraciones de los suyos en Andalucía. Atentos.

Cuestión aparte en el PSOE es su brecha interna, latente y apenas apaciguada tras las primarias en las que, de nuevo, venció Pedro Sánchez. La aprobación de los nuevos estatutos del partido, de los que algunos se enteraron por los periódicos, y la incertidumbre existente por la elección de los candidatos a las municipales va en detrimento de los aspirantes menos conocidos. En la comarca, salvo en San Roque y Tarifa, el partido aguarda impaciente y sin cabezas de cartel a que Sánchez dé el pistoletazo.