Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Donantes

Junto a María Galiana y Luis García Montero ha aparecido un tercer hijo predilecto para la ceremonia del 28-F

En la ceremonia de mañana Andalucía reconocerá a tres de sus hijos predilectos. A la abuela de Cuéntame y al nieto putativo de Rafael Alberti les acompañará un tercero. A María Galiana y Luis García Montero, una profesora reconvertida en actriz y un catedrático atrapado en la belleza de sus versos se les unirá quien nos ha dado a todos una lección de vida hasta en el momento de su muerte. Se llamaba Pablo Ráez. Se dice con razón que la bondad cura y la maldad enferma. Su prematura muerte, en la flor primaveral de los veinte años, no desmiente ese axioma. Su lucha contra la leucemia ha sacudido tantas conciencias que ha dejado tras de sí un reguero de vida y esperanza. Aquellos cuentos chinos de la California europea y de la segunda modernización sólo han cristalizado en este 28-F de las donaciones, donde Andalucía es toda una potencia mundial. Pablo Ráez ocupa un lugar destacado en ese podio de la generosidad. En unos tiempos en los que no se dan literalmente ni los buenos días, ni los meados para medicina como decían en mi pueblo, la campaña de este joven malagueño para la donación de médula ha multiplicado exponencialmente el banco de donantes.

Conocimos la noticia de su muerte al salir del cine, de ver Lo que de verdad importa, la película de Paco Arango cuyos beneficios se destinan íntegramente a los campamentos para niños con cáncer que fundó Paul Newman. Hermoso abrazo entre el Día de Andalucía y la ceremonia de los Oscar. Una historia amable, solidaria, divertida rodada con la luz mágica del eibarrés Javier Aguirresarobe en un pueblecito de la nueva Escocia, región paradisíaca del Canadá. Pablo Ráez nos ha enseñado lo que de verdad importa. En tiempos de pedir, en una coctelera donde se mezclan derechos, privilegios y sinecuras feudales, nos muestra las ventajas de conjugar el verbo dar. El don de la película, que no sólo es un río ruso de los crucigramas. La lucha de Pablo contra el dolor siempre vino acompañada de la alegría, una alegría nada ñoña sino revolucionaria contra las trincheras del bostezo y el tresillo. Su muerte nos llena de vida y actualiza la lectura de aquel recaudador de impuestos que se convirtió en el evangelista San Mateo, el preferido de Pasolini: "No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio".

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