Despropósitos y bastardeos

Algunas organizaciones aluden a filias o fobias políticas, cual si fueran méritos de las personas

A LLÁ en los primeros años de la Transición yo estaba recién reincorporado a la Universidad española después de un lustro de estancia en el exterior, sobre todo en Suiza y para mayor concreción, en Ginebra. Las circunstancias me permitieron vivir intensamente los vapores del tardofranquismo entre emigrantes y algunos exiliados políticos españoles voluntarios u obligados. Mi formación científica y, en parte, mi conformación intelectual tenían mucho que ver con la lengua y cultura francesas, de modo que estaba cómodo en aquel ambiente. No desaproveché la oportunidad de conocer e incluso de frecuentar a intelectuales, sindicalistas y políticos resueltamente opuestos al régimen del general Franco. Hice unos cuantos buenos amigos y aprendí mucho de unos pareceres que no siéndome extraños no me habían sido nunca tan familiares, tan próximos.

Las circunstancias del momento y de mi destino, en la Universidad de Alcalá, en el curso académico 1975/76, propiciaron mi presencia en tribunales en los que se discernía sobre la conveniencia de nombrar catedráticos de universidad por vía extraordinaria, sin que los aspirantes, solicitantes expresos, a serlo sufrieran el duro tránsito de un concurso oposición de padre y muy señor mío. Había tanta euforia social que la precipitación invadía el proceder de los administradores de la cosa pública. Después de aquello, ya durante el primer Gobierno socialista, se completaron medidas iniciadas por la UCD, que implementaron en la Universidad española una dosis tan alta de mediocridad y tanto desvarío "democrático", que así estamos como estamos: en un tejido universitario mustio y lleno de remiendos que no levantará cabeza en decenios.

Era deprimente -evito obviamente señalamientos ad nominen- encontrar en el currículum de no pocos, alusiones puramente ideológicas, afiliaciones a organizaciones clandestinas y, aún peor, declaraciones de haber sufrido detenciones o encarcelamientos por oponerse al régimen del general Franco. Consideraban como méritos científicos -que son los que importan- ese tipo de experiencias. Lo he recordado con una extraordinaria actualidad al constatar que algunas organizaciones aluden a filias o fobias llanamente políticas, o a exhibiciones de símbolos e iconos de doquiera qué parecer político, para encumbrar sobre el resto de los sufridos ciudadanos a actores cuyos merecimientos de especial consideración son de esa naturaleza.

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