Desesperanza

Estamos ante un marco desestructurado e ilógico al que no se le quiere encontrar una explicación

Me decía un colega jurista, muy dado a la sorna, que tuviera cuidado al coger un taxi si por casualidad, en dos veces próximas, coincidía con el mismo conductor. Porque -añadía- los del Fisco podrían plantear la existencia de una relación laboral con el taxista. Arrastramos del viejo régimen, un paternalismo, un proteccionismo, que tiene al mercado de trabajo hecho unos zorros. Es una pena que los de la memoria histórica no quieran darse cuenta. Las grandes bolsas de desempleo que padecemos, particularmente en Andalucía y muy especialmente en el Campo de Gibraltar, conjugadas con una considerable paz social y un notable dinamismo económico, no son sino la cara visible de comportamientos intolerables generados por una economía sumergida de gran calado que convive con la corrupción y el fraude.

Las grandes cifras no casan con las dificultades del comercio de proximidad y con la exigua capacidad del bolsillo de la gran mayoría de los trabajadores. Estamos ante un marco desestructurado e ilógico al que no se le quieren encontrar correctivos para su amejoramiento. Se teme un enfrentamiento con la realidad, del que derive tener que poner freno a los desajustes microeconómicos. Es como si en la salud se quisiese evitar abordar la prevención por miedo a entrar a fondo en los intereses ocultos de las oligarquías farmacéuticas. Como si fuese preferible convivir con la enfermedad a combatir sus causas. La inmensa hipocresía de la política comercial que se sigue con el tabaco, puede ser un buen ejemplo del proceder de las Administraciones del Estado. Porque el consumo de tabaco acarrea enormes derroches al erario público y cuesta creer que ese gasto sea menor que el que provocaría un freno radical a su comercialización.

Aquí tenemos esa constante pesadilla de Gibraltar. Hasta la mismísima Mancomunidad, personificada en su sufridor presidente, está que no puede dormir con el pesar de los yanitos por el Brexit. Todo se debe a un supuesto -y cobarde- temor a sus efectos sobre la comarca. No se les pasa por la imaginación estudiar seriamente lo que ocurriría. Porque la otra vez, cuando aquello del cierre de la verja, que construyeron los británicos hace algo más de un siglo para aislarse de las malas compañías, el resultado fue una eclosión económica espectacular que ha desarrollado en la bahía a uno de los puertos más prósperos de Europa y al primer polígono industrial de Andalucía.

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