DESDE que te vi venir dije por la burra viene. Era de esperar. La crisis que todos vimos asomarse, menos Zapatero, sigue haciendo mella en esa parte de la sociedad con menos recursos y empieza a afectar a servicios públicos fundamentales. Descartado hincar el diente a las grandes fortunas o mandar a tomar por saco a ese sinfín de administraciones que nos ahogan con sus cientos de asesores, la privilegiada clase política ha puesto sus miras en la sanidad y la educación. La primera resistirá, no en vano el sistema sanitario español está considerado como uno de los mejores del mundo, aunque está tocada de muerte por el enorme gasto farmacéutico que soporta.

La enseñanza es otra cosa. En eso también estamos entre los primeros del mundo civilizado, pero empezando por la cola, así que lo mismo da un recorte más o menos. En definitiva, la enseñanza en este galimatías llamado España hace mucho que se la cargaron los mismos que ahora la recortan o -el cinismo de la política- quienes critican ese recorte chupando banquillo en la oposición.

Muy mal lo tiene el profesorado de Secundaria en las comunidades que han decidido ampliar el horario lectivo de 18 a 20 horas. La Ley lo contempla y, además, sus protestas no conducirán más que a criminalizar un colectivo ya por sí denostado y escasamente valorado por una población analfabeta, cainita y envidiosa como la nuestra.

Un veterano maestro de Secundaria, con más de 36 tacos de calendario escolar a sus espaldas y a punto de hacer mutis por el foro, sostiene que lo mejor de su trabajo son los alumnos. "Lo que no aguanto es los padres. Eso es insufrible", sostiene aliviado sabiendo que le queda poco.