Intentaba Pedro Castillo hacerle faena a un toro que se refugiaba en tablas bajo el tendido cuatro del coso de Las Palomas, cuando se oyó la poderosa voz de un espectador que, en tono admonitorio, le hacía una recomendación al diestro algecireño: "¡Tú lo que necesitas es conocimiento humano!" Tanto los asistentes a la corrida como el propio matador que, a la sazón, andaba dubitativo con el astado intentado adivinar sus intenciones, quedamos estupefactos ante tan incongruente afirmación. Aún no viniéndole mal el sabio consejo de entender la naturaleza humana para mejor desenvolverse por la vida; si algo echaba en falta el joven torero en aquél momento no era precisamente el conocimiento de los hombres sino el del toro que tenía delante que, como suele decirse, lo traía por la calle de la amargura.

Para el lidiador es fundamental saber reconocer a los toros y predecir su comportamiento ya que de ello se derivará en gran medida su éxito o fracaso y, cómo no, el mantenimiento de su integridad física. El gran maestro Joselito era un gran experto en este asunto y la siguiente anécdota refleja la profesionalidad con que se tomaba su oficio. La empresa de la plaza de toros de Baeza dio encargo a un fotógrafo, de apellido Serrano, de trasladarse al cortijo La Abundancia para fotografiar a los seis toros de Concha y Sierra que habían de lidiarse en una corrida de la feria de 1916 en la que intervendría Joselito. Los toros de esa ganadería estaban poco acostumbrados al contacto con gente desconocida, oponían resistencia a ser retenidos y no permitían que se les acercasen en pleno campo. Era preciso actuar con rapidez aprovechando los escasos segundos en los que los animales estaban quietos ya que, con la tecnología de las cámaras de aquella época era difícil captar su imagen en movimiento. Luego de mucho trabajo, Serrano solo pudo fotografiar cinco toros, resultándole imposible retratar al sexto. No obstante, anotó en un cuaderno el tipo y pelaje del animal que no pudo capturar con su objetivo, al objeto de suplantar su imagen por la de algún otro toro parecido de su archivo particular, convencido de que nadie se daría cuenta del cambiazo. Pasado algún tiempo se encuentran, casualmente, en Sevilla Joselito y el fotógrafo. Oye, Serrano -dijo el matador- ¿hiciste tú las fotos de los toros de Concha y Sierra lidiados en Baeza? Sí José -contestó el reportero gráfico- ¿por qué me lo preguntas? . Porque , desde luego, cinco eran de la corrida pero el otro que fotografiaste debía ser un fantasma, pues... ¡a ese hace ya dos años que lo maté en Valencia y se llamaba Botonero!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios