La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Claro que tenemos miedo

Intentamos minimizar la sensación de peligro con estadísticas, bromas, mentiras y autoinculpaciones

No tengo miedo, dicen. Pero vemos en las calles furgones y coches policiales sirviendo de barreras, agentes con ametralladoras y chalecos antibalas, barreras hechas con macetones. No tengo miedo, dicen. Pero la ciudad se va a blindar dividiéndola en zonas con distintos grados de protección, creándose un primer anillo de seguridad -lo que quiere decir que se le considera de especial vulnerabilidad por su atractivo para los terroristas islamistas- que comprende todo el entorno de la Catedral, la Torre del Oro, el Salvador, la plaza de San Francisco, la Plaza Nueva, la Encarnación, el Duque y las calles Sierpes y Tetuán. No tengo miedo, dicen. Pero se van a peatonalizar, las primeras, Alemanes y Mateos Gago y a instalar sistemas de videovigilancia y altavoces para alertar o serenar a los ciudadanos. No tengo miedo, dicen. Pero lo tenemos.

Hemos optado por minimizar la sensación de riesgo con estadísticas (la improbabilidad de que a mí me afecte), eslóganes ("no tinc por"), chistes (los memes del yihadista Al Qurtubi el cordobés), mentiras (los terroristas no son musulmanes, como los nazis no eran alemanes y los etarras no eran vascos) y autoinculpaciones (la culpa es nuestra por el colonialismo que ha generado la miseria, por la marginación de las minorías en Europa, por la guerra de Iraq: si no les atacamos no nos atacarán, lo que recuerda aquel "mejor rojos que muertos" que decían los pacifistas en los años de la Guerra Fría y el pánico nuclear). Las autoridades, más cautas, dicen que la seguridad total no existe, que matar es siempre fácil y más cuando el asesino está dispuesto a morir matando. Y toman las medidas que pueden sufriendo la presión de los [ponga aquí su insulto favorito] que entonces les acusan de aprovechar el terrorismo para recortar libertades.

Ya sabemos que la seguridad total no existe. Lo que impide que consideremos razonable que un avión no se estrelle contra el rascacielos en el que está tu oficina, que no tiroteen la sala en la que asistes a un concierto, que no vuelen el tren en el que vas al trabajo o que no te embista un camión cuando paseas por un mercado navideño o una avenida. Ironiza Savater: "Muertos de miedo (y no sin razón, porque lo contrario sería estar loco) hemos gritado con voz aflautada ¡no tenemos miedo!". Y dice Boadella: "El lema no tenemos miedo es falso; la realidad es que sí tenemos miedo, y mucho". Tienen razón.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios