¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¿Choque de trenes?

Aunque el Estado español no tiene la fortaleza del francés, su poder sigue siendo muy superior al de la Generalitat

Ustedes me disculpan, pero no logro recordar dónde leí la historia. Está ambientada en el medio oeste norteamericano y dice así: una mujer de mediana edad se entera de que el tren en el que viajaba su marido ha sufrido un terrible accidente y todos los pasajeros han muerto. Entonces, la invade una felicidad salvaje que apenas puede disimular. Adiós a un matrimonio infeliz y aburrido, a las torpes manos de su esposo campesino, al sometimiento y al tedio, a aquel villorrio en el que lleva años pudriéndose. Saludos a la libertad, a los nuevos cuerpos, a una nueva oportunidad para redimirse de la vulgaridad. La mujer, loca de excitación, se asoma al porche y ve al fondo del camino avanzar una figura masculina, demasiado pequeña como para reconocerla. Pero a medida que se acerca algo se va agriando en el rostro de la viuda. Por un inexplicable milagro, su marido es el único que ha sobrevivido y regresa a casa para recibir su consuelo.

Me viene a la memoria este cuento en unos momentos en los que la expresión "choque de trenes" ha hecho fortuna en cierta prensa -siempre dispuesta a rescatar frases peliculeras del inagotable zurrón de los lugares comunes- para calificar el encontronazo entre el Estado y la Generalitat a cuenta de la convocatoria de un referéndum ilegal de independencia en el antiguo principado. Sin embargo, este enunciado adolece de dos problemas fundamentales que lo invalidan para calificar lo que va a pasar en Cataluña. El primero es su carácter injustamente equidistante, como si el problema lo hubiesen generado por igual las dos administraciones. Más que un choque provocado por la obcecación de dos locomotoras que avanzan de forma contumaz hasta el violento final, nosotros observamos uno de esos asaltos al ferrocarril protagonizados por los forajidos del Far West (ya habrán adivinado quiénes son los cuatreros). El segundo problema es que la expresión "choque de trenes" es un tanto exagerada, porque no evalúa correctamente la masa y la velocidad de cada uno de los dos agentes en discordia. Por mucho que el Estado español no tenga la fortaleza del francés, su poder institucional, político, judicial, policial y popular sigue siendo muy superior al de la Generalitat.

Nos tememos que alguien al que ahora le late fuertemente el esperanza va a sufrir una importante decepción. En la lejanía ya se recorta una diminuta silueta.

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