La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Cataluña: cada día un numerito

Tras tres investiduras fallidas y la pérdida de la mayoría parlamentaria sólo les queda una salida: aceptar la derrota

Cualquier cosa antes que reconocer el descomunal fracaso del procés secesionista. En vez de asumir su derrota a manos del Estado democrático, el independentismo catalán ha hurgado en su victimismo y reincidido en su rebelión. Todos los días un numerito circense. Hasta el desastre final.

Sucesivamente, y con afán desafiante y provocador, a sabiendas de que no era posible, han intentado hacer presidente a un prófugo (Puigdemont) y a un preso (Sánchez). Al tercero, Jordi Turull, tan ligado al pujolismo corrupto, lo presentaron con el exclusivo propósito de burlar al Tribunal Supremo que lo había citado para procesarlo y, tal vez, meterlo en la cárcel preventiva. ¡Como si el magistrado Llarena fuera a achantarse por enchironar a un electo!

Le hicieron protagonizar, a Turull, una investidura exprés, precipitada en un rato por el presidente del Parlament y estrictamente funeraria. No hay más que ver las imágenes de una bancada parlamentaria triste, desolada, silente y sombría, o escuchar el discurso plúmbeo del tercer candidato. Plúmbeo y cobardón: fue capaz de hablar durante una hora sin referirse en ningún momento a la república, la independencia, el referéndum o el derecho a decidir. Todo aquello que no se le ha caído de la boca ningún día en cuatro o cinco años.

Bueno, pues ni aun así logró Jordi Turull desestabilizar al Estado o, en su defecto, ingresar en el santoral de mártires por la causa del separatismo rico. Se lo impidieron los antisistema de las CUP, que se desmarcaron de la farsa de la independencia virtual y con sus cuatro votos radicales y coherentes, cuatro, abortaron la mayoría absoluta que necesitaba Turull: 64 a favor del aspirante y 65 en contra. Fin de la investidura trampa. Para salir elegido en segunda votación tendría que sumar dos votos más, es decir, los de Puigdemont y el ex consejero Comín. ¡En eso está pensando Puigdemont, en dejar su escaño!

La espantada de la CUP va más allá de reventar la estrategia independentista en este momento. Ellos han dado por finiquitado el procés soberanista y no participarán en nada que no sea la ruptura directa con España. Han firmado la defunción de la mayoría parlamentaria del independentismo. Sin mayoría en el Parlament, sin mayoría de votos ciudadanos y sin mayoría social, a los indepes sólo les queda una salida: aceptar que son una minoría política que no puede imponer su proyecto, sino defenderlo dentro de las reglas de juego del sistema.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios