El mástil

Ildefonso Sena / Isena@imagenta.es

Canon digital

ME entero, tras leer detenidamente el aluvión de noticias al respecto, que cuando compro un CD para guardar fotos que personalmente hice, una cantidad de lo que pagué va a parar, por ejemplo, a uno que se hace llamar El Porta y canta gilipolleces dignas de multa. Tal y como ha sentenciado Rajoy, acabo comprendiendo qué significa el Canon Digital: pagar un impuesto por ser sospechoso.

Eso me recuerda una tasa que hasta el pasado año mantenía el Ayuntamiento de Tarifa por tenencia de perros. Siendo el único consistorio de España que lo cobraba, venía a medir por el mismo rasero a todos los propietarios de chuchos: los responsables y los indeseables.

Uno paga impuestos porque es su deber y porque, a cambio, recibe unos servicios generalmente por valor muy superior a lo pagado. Hagan cuentas. Pero lo del Canon Digital no sólo no me cuadra, sino que me parece un auténtico atropello, un atraco a mano armada, sin menospreciar los derechos de unos autores que deberían negociar otras maneras más selectivas de no ser estafados sin necesidad de sobornar de manera subliminal a jueces y fiscales.

Así las cosas, como vivimos en un país de pillos y pícaros, que en eso nos llevamos la palma, mientras persista ese impuesto con nombre de cámara fotográfica, el arriba firmante no comprará más los redondos CDs en El Corte Inglés ni sitios similares. Lo hará en Chinatown o en cualquiera de los todo a cien de nuestras calles, que esos se pasan el Canon Digital por el forro de sus caprichos. Con dos huevos.

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