No conozco a José Luis García Palacios, el ya expresidente de la Caja Rural del Sur, salvo de una breve presentación; sólo fueron unos instantes que dieron lugar a una breve conversación.

Tampoco conozco su trayectoria profesional, salvo algunos trazos leídos.

De aquel breve encuentro sí recuerdo que José Luis me dejó una inequívoca sensación, que he experimentado pocas veces en una primera impresión: la cercanía y amabilidad no derivada de postura transitoria, producto de un acto meramente protocolario.

Recuerdo que quedamos para vernos un día; nunca le llamé para ello, porque aunque me apetecía encontrarme de nuevo con aquel hombre, no estaba madura la conversación que hubiera podido mantener con él.

En mi diccionario directivo alguien que lleva 47 años en un cargo es un dinosaurio, pero entiendo que hay excepciones. He leído de su trayectoria su capacidad para negociar y mediar. Por lo que me transmitió en aquel breve y único encuentro, no me cabe duda.

En esta época que vivimos del "eyaculador precoz", en que todo el mundo va tan deprisa, quizá debemos mirar más de cerca a nuestros mayores, aprender y redescubrir que hay valores que nunca deben perderse.

Hoy, lamentablemente, eso es un valor a la baja. Cualquier botarate suele tratar como lo que es, sin el menor rubor y se queda tan ancho, pensando que no te has dado cuenta; el típico tonto doble que además de ser bobo, no sabe que lo es.

La amabilidad, la cortesía, la pausa, la elegancia, la cercanía y todas esas habilidades debemos tomarlas de nuestros mayores y eso no se aprende en las escuelas de negocio, porque o se tiene la sensibilidad para aprenderlo o no se tiene.

También la fortaleza y la magnitud directiva para no dejarse doblegar ante las presiones y mantener la estrategia ¡Qué difícil hoy en día!

La clave del éxito en la Caja Rural me da que quizá radica en que ningún político haya podido decidir dónde se invertía el dinero.

Las entidades financieras poseen grandes ventajas como intermediarios oficiales del dinero, otorgadas por el Banco de España. El mérito generalmente consiste en mantener una estrategia capaz de cerrar las puertas a la intervención política, que no debe ser nada fácil y la prudencia en el riesgo; el resto es política y management en estricto sentido empresarial.

La realidad demuestra a dónde han ido a parar las cajas en las que los políticos han intervenido. Por extensión, mejor nos iría si dejaran de meter las manos en todo lo demás.

Lo triste es que el mérito dependa de la resistencia a sus presiones, porque aquello que toca esta plaga bíblica, así va.

A las pruebas me remito.

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