Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Bandeirantes

Los símbolos tienen un valor emotivo extraordinario en la medida en que apelan más a sentimientos que a la razón

Hubo un tiempo en el que en esta ciudad se discutía sobre su propia naturaleza. Sobre si seguiría teniendo carácter industrial o pasaríamos a ser una ciudad de servicios. Carlos Díaz decía "universitaria y turística", Vera Borja hablaba del "terciario avanzado" y de "City del Siglo XXI". Se hizo el Plan Cádiz 2.000 y se debatía si era necesario o no mantener el suelo industrial o era mejor apostar por la hostelería. Ahora debatimos sobre banderas, como si esto fuera el País Vasco o Cataluña. Dibujó El Roto: los palos están mal vistos pero si les pones un trapo se dignifican. Debe ser por eso que los símbolos nos excitan tanto. Algo tan pueril como poner una bandera en un mástil junto a los patronos de la ciudad ha levantado la enésima disputa de banderas. La cosa empezó por el mástil de la plaza de Sevilla que estuvo un mes sin bandera nada más tomar posesión José María González porque, según el nuevo Equipo de Gobierno, hacía mucho viento. Luego vimos que habían encargado un amplio surtido de enseñas que iban colocando en el mástel según les parecía: andaluza, de Cádiz y arcoiris junto con la española, incluso nos enteramos que costaba 100 euros cada vez que se izaba o arriaba. Tras aquel debate llegó otro sobre si se podía colgar o no la bandera de la república en el edificio de las Casas Consistoriales, con un recurso de la Subdelegación del Gobierno que obligó al Ayuntamiento a quitar la tricolor. Ahora que si pongo, que si quitan, que si voy a investigar quién ha ha cortado la bandera, que si recurro, que si el juez pide argumentos. El enésimo debate sobre gestos que promueven, de una manera u otra, Podemos y sus socios. Comprendo el valor de reivindicación histórica que tiene para algunos la bandera de la república y la manera que excita a otros su exhibición. Los símbolos tienen un valor emotivo extraordinario en la medida en que apelan más a sentimientos que a la razón. A los de Podemos les encantan los gestos, bien sea ponerse camisetas con mensaje, utilizar puños en alto o manos abiertas y sacar banderas del armario. Incluso con un botellín de Coca Cola son capaces de llevar los gestos al ridículo. Eso, unido a la torpeza del Delegado del Gobierno en Andalucía, han convertido el debate sobre la bandera en un asunto central. Debe ser que en Cádiz no hay otros problemas como el empleo, la limpieza, la infravivienda, los sin techo y la movilidad . Nos entretienen a base de banderas como si fuéramos niños chicos. Vamos al trapo, como los toros.

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