Decía mi suegra, a la que añoro con frecuencia, que la educación del hijo comenzaba con el meneíto de la cuna. Esta frase es un ejemplo de cómo una madre considera la vida de su hijo, como una responsabilidad eterna que empieza en su seno, cuando todavía no ha nacido. El 'carne de mi carne' es el mayor símbolo de un ser humano que se involucra en la existencia de otro. Si tuviéramos que elegir un vocablo del diccionario que simbolizara todo lo que de bueno y noble tiene la humanidad, estoy convencido que sería la palabra madre. Dicen que no se sabe lo que uno tiene, hasta que lo pierde y el ejemplo más doloroso es la pérdida de una madre. Cuando regresaba a casa después de un viaje, antes de soltar las maletas, sonaba el teléfono. Era mi madre para preguntar si habíamos llegado bien. Me di ,desgraciadamente, cuenta de ello cuando un día llegué a casa y el teléfono, ¡ay!, ya no sonó.

Si nos fijamos en el orden de los diez mandamientos, comprobaremos que el cuarto: "Honrarás a tu padre y a tu madre", está por encima incluso del "No matarás". ¿Cómo honrar a tu madre hoy? En primer lugar reconociendo la influencia positiva que ella tiene en tu vida. Estás ligado para siempre a la caricia de su mano en tu cara, al olor de la colonia que ella usaba y al sabor de tu comida favorita que cuando ella falte, nunca volverás a encontrar. A su música predilecta, a su sentido del humor y al consuelo de que por muy mal que te fueran las cosas, ella siempre estaba allí, animándote a seguir la lucha. También te enseñó, alguna vez zapatilla en mano, los límites de la convivencia con los demás y puedes estar seguro de que todo lo que tengas de generoso y compasivo, procede de ella. En estos tiempos difíciles, la maternidad activa se prolonga en el cuidado de los nietos. Madres que ya no tienen las fuerzas de antaño, cocinan para toda la familia y sacrifican con gusto su ocio para que los hijos salgan los fines de semana. Hazme un favor, busca en tu memoria algo que le guste a tu madre, ve y cómpraselo. No lo dejes para el final y pretendas salir del rollo con uno de esos perfumes que anuncian en la tele. El domingo por la mañana ve a verla, dale un fuerte achuchón, dile bajito, para que solo ella se entere, que la quieres y da gracias a Dios por conservarla. Con ello no sólo honrarás a tu madre, te honrarás a ti mismo y si eres madre, solo hace falta que mires a los ojos a la tuya. Las dos sabéis, de sobra, de que va este asunto. No hay mayor canalla que el que, conscientemente, hace sufrir a su madre.

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