El profesor Federico Martinon Sánchez, pediatra eminente y gallego cabal, me contaba un día que había leído en la portada de un periódico que Vigo estaba tres puntos arriba con respecto a A Coruña, en una determinada clasificación. El rotativo, de Vigo por supuesto, se felicitaba por ello, a la vez que aprovechaba para hacer sangre, de la ciudad rival. La sorpresa llegó cuando leyendo el contenido de la noticia se dio cuenta de que en el ranking, Vigo estaba en el puesto 47 y A Coruña en el 50 y se preguntaba: ¿De qué se felicitan estos imbéciles? Me he acordado de esa pregunta durante el seguimiento del máster que parece, Cristina Cifuentes consiguió, de aquella manera. En seguida han saltado voceros intentando preservar la honrilla de la universidades españolas y sus titulaciones. Los alumnos de la Rey Juan Carlos se han manifestado por lo sucedido, fundamentalmente porque se temen que la pérdida de prestigio de la universidad en la que cursan sus estudios devalúe los diplomas que en ella con su esfuerzo conseguirán, cara al mercado laboral.

Hace años las universidades del norte miraban por encima del hombro a las del sur. Infames bulos sobre la Facultad de Medicina de Cádiz llenaban injustamente de oprobio a sus egresados que eran conscientes de estudiar en una de las facultades más antiguas de España, heredera directa del Real Colegio de Cirugía de la Armada, fundado por Pedro Virgili en 1748 y de la que han salido eminencias en el ejercicio académico y práctico de la medicina. Todavía hoy se cita con orgullo la procedencia de tal o cual universidad española. Tengo para mí que la pregunta clave es: ¿Hay motivo para tal orgullo? La comparación con universidades extranjeras nos muestra la cruda realidad. En la Academic Ranking of World Universities, más conocida como la Clasificación de Shanghái, sólo 3 universidades españolas, Pompeu Fabra, Barcelona y Granada, están ¡entre el puesto 200 y el 300! Las siguientes se hallan entre el puesto 300 y el 400, las Autónomas de Barcelona y Madrid, la Complutense y Santiago. Entre el 400 y el 500 están la Politécnica de Valencia, Jaume I, País Vasco y Valencia. El resto de universidades están fuera de la clasificación que termina en el puesto 500. Reúnanse Rectores Magníficos y hagan que como en El Gatopardo, algo cambie para que todo siga igual. Mientras, nuestros mejores cerebros, los que de verdad podrían cambiar las cosas, siguen en una diáspora forzosa, sin que España pueda beneficiarse de su talento. ¡Que inventen ellos!

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