El Aljarafe y Antonio Herrera

Su obra, aunque valorada de sobra por historiadores y lectores, ganará aún más con el tiempo

Hay personas que por su forma de ser intentan pasar desapercibidos. Huyen de parafernalias y reconocimientos mundanos, pero su obra les sitúa en el lugar que realmente les corresponde. Esas son las personas verdaderamente inteligentes, las que demuestran su valía con el trabajo y las que dejan una obra para la posteridad, muy lejos de aquellos que venden humo y medran sin más mérito que el cultivo de la palabrería y las relaciones públicas.

Con la muerte de Antonio Herrera, el Aljarafe ha perdido a uno de sus hijos más preclaros. Su obra, aunque valorada de sobra por historiadores y lectores, ganará aún más con el tiempo. Una comarca tan degradada por la burbuja inmobiliaria y la especulación, podrá mantener su identidad y su pasado gracias a la ingente labor de Antonio Herrera que cultivando la historia local se ha hecho universal.

Cuando algunos sólo han sido capaces de ver la imagen folclórica del Aljarafe y le reducen a una estampa ridícula y costumbrista, Antonio indagó en las raíces históricas de una comarca que siempre fue la despensa y el lugar de expansión de los sevillanos. El Aljarafe es situado en su lugar en la historia, una región culta cual Toscana o Provenza andaluzas, más allá de la simple evocación musulmana. Antes que Aljarafe, el otero, la elevación, fue Vergentum para los romanos, el vergel, el Jardín de las Hespérides, y antes turdetano, la comarca en la que se encontró el tesoro tartesio del Carambolo, por qué no el lugar de residencia de Argantonio.

Antonio Herrera ha sido reconocido en vida y su modestia le hacía sentirse un tanto aturdido por el homenaje que recibió por parte de los Investigadores Locales en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla, pero su figura y su obra serán aún más valoradas a medida que pase el tiempo. Una comarca que ha perdido en gran parte su fisonomía por culpa de la especulación y el crecimiento sin sentido, podrá conservar su identidad gracias a la obra de Antonio Herrera.

Mientras muchos se dedican a destruir y no son capaces de ver más allá de su propia nariz, otros pasan su vida investigando y trabajando en favor de la sociedad. Como contrapunto a la proliferación de adosados y la destrucción de tantas bodegas, torres de contrapeso y haciendas de olivar, emerge la obra imperecedera de un hombre bueno nacido en Villanueva del Ariscal para el Aljarafe y para el mundo.

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