Muchos de los que purgan sus penas en las cárceles españolas dijeron -o se dijeron para sus adentros- esta frase: "Porque yo lo valgo". Es una frase que a buen seguro toda la 'panda apandadora catalana' pensó: "Puedo hacerlo porque nos lo merecemos, porque somos superiores, porque no tenemos nada que ver con esos seres inferiores llamados españoles...". Algo similar pensaron aquellos que, porque ellos lo valían, decidieron hacer caso omiso a la Justicia y perpetuar un robo de obras de arte a la vecina comunidad y antiguo Reino de Aragón. Con absoluta sinceridad, el "porque yo lo valgo" se nos ha quedado reducido a ese momento en el que, cualquiera de nosotros, rodeado de buenos amigos nos pedimos un whisky viejo y nos encendemos un cigarro y nos lo decimos: "Te lo mereces, campeón". Utilizar esta frase fuera de este contexto tan sólo trae desgracias. Ya sea en forma de condenas, de autoexilios o, en la mayor parte de los casos, de la incomprensión del prójimo, que se dice: "Si tú te lo mereces yo merecería el triple".

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