Tienen los deportes una cualidad que resulta curiosa. En el resto de aspectos de la vida, el hecho de tratar de hacer las cosas mejor apenas pasa por un filtro más allá que el de la propia percepción de lo que se hace. Por mejor que yo quiera escribir estas líneas, jamás aparecerá en un 'ranking' de mejores o peores artículos de opinión. Sin embargo, a su manera, la competición es objetivante. Irrefutable, casi. Como lo es en teoría una oposición para funcionario, por ejemplo. Pero cuántas veces la regla encuentra su excepción, y hasta el mejor carnicero del mundo se puede cortar un dedo con un filete. Si ponemos a un millón de monos delante de un ordenador durante un millón de años a jugar contra el más avanzado e inteligente programa de ajedrez, alguna vez la máquina sucumbirá. Por eso creo que en la vida hay que asumir a veces los fracasos, porque un fracaso, un suspenso o un error no nos pueden marcar. Y a fin de cuentas, como los monos, alguna vez todos podemos besar la gloria, y aunque este no sea el mejor artículo de opinión que leerán en su vida, seguiremos intentándolo.

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