Hace unos días me sobrecogía de manera sorprendente la imagen de una perra llevándose de uno de tantos incendios que desolaron el verde paisaje gallego a su cría calcinada. Todo un ejemplo de amor de madre hacia su prole. En el otro lado del espejo, en lo mas perverso del ser humano, un padrastro y su madre eran los culpables del ingreso de Naiara en la UCI del Hospital Miguel Servet de Zaragoza con graves lesiones en su cuerpo, especialmente en la cabeza, y que murió un día después a pesar de los esfuerzos realizados por los médicos. Según la autopsia, por los castigos fisicos que sufrió. En un lado de la balanza, ese animal con sentimientos. En el otro, personas carentes de ellos. Como citó: Aldous Huxley: "Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay personas que aman más a sus perros que a los hombres".

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