Dicen que somos muy escandalosos. Que vivimos en una ciudad que hace mucho ruido. Que contaminamos la acústica una cosa mala. Fíjense ustedes que no me había dado cuenta. Será que uno puede llegar a acostumbrarse a vivir rodeado de industrias, de grúas portuarias gigantes, de pavanas, de descerebrados en coches de alta gama con la ventanilla bajada y la música a todo volumen, de gente que entiende que su vida es interesante y habla a gritos por la calle. Será también que uno puede llegar a acostumbrarse a echar raíces en una zona de tránsito constante por tierra y mar, y aire con permiso de Gibraltar, con criaturitas que buscan "le port" como alma que lleva el diablo. Será que el Campo de Gibraltar es un sitio tan peculiar como dicen, sólo que igual no nos damos cuenta. Al que no le guste siempre le queda la opción de irse con el probe de Migué.

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