Eh! ¿Hay alguien ahí? Qué más da... Al fin y al cabo, escribir es un grito que se lanza al borde de un acantilado. Pero como en todo trozo de tierra que el humano pisa, se clava una bandera y se construye una patria. Una ficción, como cualquier otra; un cuento relatado en bucle, como un mantra, como un conjuro, hasta hacerlo carne, hasta hacerlo hueso, duro e inflexible. Mi bandera tiene los colores que destila la tinta de unos buenos versos, los pinceles que besan un trazo, los que reflecta la luz en un objetivo, los que alumbran el 35 mm. Mi patria es una ventana a la que me asomo a otras ventanas, por la que entra viento fresco que me airea y me oxigena de mi pequeño mundo, un mundo al que amo tanto que prometo alimentarlo con nuevos frutos traídos de otras orillas. Mi bandera es un lazo y no una soga. Mi patria es un libro abierto y en blanco por escribir. Contigo, si quieres, sólo si quieres.

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