Dicen que es una pesadilla recurrente. Yo mismo la he sufrido alguna vez. De repente, te despiertas empapado en sudor y angustiado porque tu mente se empeña en inventarse que te falta una asignatura para acabar la carrera. Y doy fe de que tras abrir los ojos la desazón continúa unos minutos más hasta que las ideas se ordenan. Pero lo de Cristina Cifuentes es diferente. Hasta el momento nadie ha dado una explicación convincente para un supuesto apaño por el que la presidenta de la Comunidad de Madrid obtuvo un máster sin presentarse a dos asignaturas y del que nadie encuentra ni aporta el trabajo final. El tema cada vez huele peor, porque tras los dos notables de regalo se encuentra un fraude que toca los cimientos de una institución, la universidad, que debería estar libre de corrupción. Pero parece que tampoco aquí nos vamos a librar de manzanas podridas. Una pena.

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